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lunes, 27 de abril de 2020

Relato Erótico : Sexo con el tío

No sé en qué momento concreto he comenzado a sentir una poderosa atracción por mi tío Pablo, supongo que son cosas que se sienten cuando eres apenas una cría, no lo sé, pero él no representa para mí ese papel exclusivamente de tío, sino muchísimo más, casi el padre que nunca tuve, pues soy hija de madre soltera y él se ha ocupado de nosotras desde el principio, especialmente de mi educación y de mi bienestar.

Cuando idealizas a esa persona que representa tanto para ti, siempre creas esa figura adorada en exclusiva, que pones en un pedestal y crees que es el hombre de tu vida en todos los sentidos, supongo que es lo que llaman el complejo de Electra, aunque no sé muy bien si eso se aplica a tío y sobrina, sin embargo, todo eso que suele ocurrir a habitualmente a muchas adolescentes, me ocurrió también a mí, pero no se detuvo con la edad, sino que lo que podía haber sido algo pasajero, se ha ido incrementando, hasta convertirse en una obsesión hoy en día. De un tiempo esta parte la imagen de mi tío ya no es solo la afectiva, sino la puramente sexual, la imagen masculina ensalzada y que no hace más que multiplicar mi deseo y mis “bajos instintos”.

Ahora me estoy preparando para la gala benéfica a la que me ha invitado y hoy me siento más especial y cachonda que nunca, porque representa mucho para mí el hecho de que me haya elegido como su pareja para esta gala. He llegado a pensar si por fin todos mis sueños se están cumpliendo y mi tío ve en mí a algo más que a su sobrina y un cierto atisbo de atracción y placer oculto que yo anhelo. Eso es lo que quiero pensar. Estoy muy nerviosa eligiendo mi vestido. Quiero estar resplandeciente, pero sobre todo muy sexy exclusivamente para él.

Relato Erótico : Sexo con el tío

Relato Erótico : Sexo con el tío

Hoy es el día de la cena benéfica y yo como empresario del mundo del café contribuyo con una importante suma en esta gala, pero también representa buenos contactos con autoridades y clientes. Después de que mi esposa haya rechazado en varias ocasiones acudir conmigo a dicha recepción pues siempre es reacia a las fiestas y no le agrada nada tener que saludar a tantas personalidades, he tenido que buscarme otra acompañante. En cuanto se lo he dicho a mi sobrina Andrea, no lo ha dudado ni un instante. Me siento muy contento por eso y además orgulloso de que sea mi pareja en esta noche tan especial.

Desde que esta tarde he ido preparándome para la cena, no he dejado de pensar en Andrea y es que últimamente no me la quito de la cabeza, pero no de la forma que creo que debería, sino sintiendo algo que me impide verla como mi sobrina y sí como esa mujer que me tiene loquito. Ahora mismo estoy empalmado soñando con su cuerpo y es algo que no puedo remediar. Trato de evadirme de esos pensamientos poniéndome la pajarita y observándome en el espejo, que ofrece mi cuerpo vestido tan elegante, por cierto que este traje me ayudó a elegirlo ella. Me sienta realmente bien, me hace mucho más juvenil y es que uno a sus 49 años siempre quiere representar menos edad, intentando seducir en todo lo posible, para que las mujeres se fijen en uno, especialmente las más jóvenes, pero si a eso le sumas la idea de agradar a Andrea me hace estar más que cachondo.

Cuando llego a su casa para recogerla en mi coche, casi me da algo: Andrea sale por la puerta llevando un vestido rojo muy ajustado, tanto, que se dibujan perfectamente sus impresionantes curvas. Es la tentación andante. Nunca la he visto tan arrebatadoramente sexy. Su gran escote, marca un canalillo seductor. Su pelo recogido en un gracioso peinado, deja caer sobre un costado una especie de trenza de su largo pelo moreno. La minifalda de su vestido muestra unas piernas larguísimas, que se alzan aun más con unos vertiginosos zapatos de tacón, algo que hace que mi polla de un primer aviso bajo el pantalón. No puedo evitar sentirme nervioso ante ese bombón de sobrinita. Salgo del coche y ella se va acercando hasta donde estoy de una manera felina y tremendamente sexy. Esos andares son hipnotizantes.

- Hola tío. ¡Qué guapo! – me dice plantándome dos besos mientras me aferro a su estrecha cintura.
- Tú sí que estás guapa, princesa – le digo admirando su espectacular cuerpo.
- Gracias… ah y gracias también por invitarme a esta cena.
- A ti, preciosa, es un placer – contesto totalmente sincero.

Sabía que mi vestido rojo tan ceñido iba a impresionar a los invitados de esa cena benéfica, pero veo que a quién ha dejado boquiabierto en primer lugar es a mi tío Pablo y me encanta ver esa cara, que indiscutiblemente es de puro deseo y esta vez no creo en absoluto que sean figuraciones de las mías. Noto en esos ojos una forma bien diferente de mirarme. Veo que se fija con detenimiento en cada detalle que resalta mi vestido, desde mi escote a mis piernas, pasando por mis curvas bien resaltadas con la prenda tan ajustada. Estoy encendida por dentro, no lo puedo remediar, a pesar de querer disimularlo, pero viéndole así a él, mirándome, estando además tan elegante y tan guapo, vestida yo también así, los dos juntos a punto de partir hacia esa cena como si fuéramos una pareja, me siento cachondísima y no dejo de preguntarme ¿Qué puede sentir él por mí?
Me invita a meterme en el coche y yo hago los movimientos más lentos y exagerados de lo normal, intentado ser más melosa y seductora de lo que nunca he sido con él, pero me apetece mucho hacerlo, me siento eufórica sabiendo que soy el centro de sus ojos. Sé que ahora que está detrás de mí, estoy segura de que tiene su vista clavada en mi culo y eso hace que sienta un escalofrío por todo mi cuerpo. Al sentarme en mi asiento, el vestido se baja ligeramente ofreciendo más porción de muslos hasta casi llegar al límite. Me encanta de nuevo ver esa mirada suya a mi cuerpo y a mis piernas. ¡Dios que calentura tengo!

Trato por todos los medios que mi sobrina no note la erección que ya es más que contundente. Otras veces me ha cautivado su hermosura y siempre mostré el mayor disimulo ante ella, pues se trata de mi sobrina y no es lógico que muestre nada más allá de lo fraternal, pero ese vestido rojo es una tentación y sin duda va a formar parte de una nueva fantasía en mis traicioneros pensamientos.

En cuanto llegamos al lugar donde se celebra la gala, salgo del coche para abrir la puerta y ver salir de nuevo a ese bombón que tengo por sobrina. Agarrado a su cintura la llevo hasta la entrada donde todo el mundo se queda prendado de su hermosura. Mis sentimientos son ciertamente encontrados, por un lado me molestan esas miradas lascivas hacia ella, pues no puedo evitar mi instinto protector a la que es casi como una hija para mí, pero por otro me siento orgulloso de haberla invitado y de que sea mi impresionante acompañante en esa gala. Muchos no saben que es mi sobrina e imaginarán que es una chica a la que ellos pueden mirar, pero solo yo puedo follar… ¡ojalá fuera así!

Tengo la ocasión de presentarle a mi sobrina al alcalde y los ojos de este se pierden en el escote de Andrea. Vuelvo a sentir esa mezcla de celos y orgullo, pero es lógico que despierte esa expectación, pues su belleza siempre ha sido el centro de atención a donde quiera que vaya, es una mujer espectacular, que ya había impactado a más de uno en otras ocasiones, llegando a ser incluso finalista en un certamen de belleza local, pero esa noche, Andrea está aun más arrebatadora que nunca y además es mi acompañante, ¿Acaso no debo sentirme más que orgulloso?

Reconozco que durante toda la cena soy objeto de lascivas miradas por parte de innumerables invitados, especialmente de los caballeros, algo que me encanta y es lógico, ya que soy una de las más jóvenes de la fiesta y he conseguido ensalzar mis mejores atributos, por eso que siempre me gusta lucirme y ser deseada por los hombres, es algo que me pone caliente siempre, pero esta noche yo quiero ser más deseada por un único hombre, mi tío, ser no solamente su acompañante, sino su mujer por una noche y que me desee como si lo fuera realmente. Noto en sus ojos una mirada diferente a otras veces, que a mí me parece de deseo, ese que siempre he querido sentir y no sé si por culpa del vino, de mi vestido o de la noche mágica, yo pienso que mi tío me ve como esa mujer que se follaría con ganas. Por un momento llego a pensar que no hay ningún parentesco entre nosotros, aunque todo esto, lógicamente es sólo fruto de mi imaginación.
- ¿Entonces estoy guapa con este vestido? – le pregunto melosa al oído cuando nos sientan juntos en la gran mesa redonda junto a otros invitados.
- ¿Bromeas, bebe?, ¡Estás deslumbrante!, no hay más que ver cómo te miran todos.
- ¿Y tú?, ¿Me miras? – le digo de pronto.
Percibo en la cara de mi tío un claro nerviosismo ante mi pregunta, nunca antes le he visto tartamudear así, ni buscar una excusa para cambiar de tema rápidamente. Me gusta ponerle en ese compromiso y saber que le agrado más, me excita.

Su pregunta me incomoda, aunque por dentro estoy deseoso de decirle lo mucho que la deseo, poder agarrarme a su cuerpo y besarla como estoy soñando en este momento al ver sus labios tan cerca, notar ese busto embutido en ese escote, como si sus tetas quisieran salirse o sus muslos robustos bajo esa fina tela o incluso decirle cuánto me gustaría despojarla de su vestido y verla desnuda. Ella está ahora hablando con el invitado de su izquierda y aprovecho para seguir degustando las curvas que ensalzan esa prenda tan ajustada. Su busto se ve prominente, sus caderas más grandes y sus piernas debido al pequeño vestido muestran una gran porción que desearía tocar en ese momento y notar su suavidad. Ella sigue charlando y cuando vuelve su cabeza me descubre mirando sus piernas.

- ¿Entonces este sábado celebramos tu 23 cumpleaños en mi finca? – digo de pronto disimulando al haberme descubierto.
- Sí, claro, ¿prepararás un asado? – pregunta mi sobrina.
- ¡Claro, mi niña!
- ¡Qué bien!, ¿Y qué bikini quieres que lleve? – me suelta de pronto.
- Ese que tienes de color rosa – respondo sin pensar y luego me arrepiento de ser tan claro y tan rápido en mi respuesta.

Nada más oír su contestación le dedico una sonrisa sabiendo que ese bikini le causa tan buena sensación y lo cierto es que a mi también me encanta, pues me queda francamente bien.
- Vaya, entonces… ¿te gusta mi bikini rosa? – le pregunto pasándome la lengua lascivamente por los labios.
- Claro, hija, te sienta muy bien – responde él intentando no mostrar demasiado interés, pero yo noto el enrojecimiento de sus mejillas.
- Pues yo había pensado en llevar un tanga nuevo de color negro que me he comprado. – añado jugando con un mechón de mi pelo.
- ¿Un tanga? – pregunta asombrado.
- Sí, de esos que se te ve todo el culito, aunque seguramente a la tía no le hará mucha gracia.
- No, definitivamente, no. – añade nerviosamente.
- Jajaja, tranquilo que era una broma.
Lo cierto es que mi tía es bastante anticuada, de esas que se escandalizan por todo, reacia a que yo lleve ropas “sugerentes” o bikinis, principalmente cuando voy a su casa de campo, así que no quiero imaginarme qué diría al verme con el tanga. Siempre me he preguntado cómo debe ser la vida sexual entre ellos, conociendo a la carca y beata de mi tía. Pienso que seguramente no pasan del misionero y no muy a menudo, precisamente. Miro a los ojos a mi tío e intento trasmitirle telepáticamente lo mucho que me gustaría sentir su polla bien adentro de mi coño.

Entre el vestido ajustado de mi sobrina, que no puedo dejar de mirar constantemente adherido a sus curvas, añadido al comentario del tanga, me aumenta el nerviosismo a pasos agigantados. Mi mente no deja de imaginar aquel cuerpo embutido en un tanga y aunque otras veces la he visto en bikini, imaginarla con uno de esos que se cuela por el culito y deja a la vista sus posaderas, es para tener hasta taquicardias. Pero mi nerviosismo aumenta cuando llega el momento del baile y ella se empeña en que salgamos a la pista. Por mucho que le digo que no soy buen bailarín y que me aprietan los zapatos, ella parece querer otra cosa.

- Venga, tíito, no seas aburrido, vamos a bailar – insiste ella tirando de mi mano.
- Solo un baile. – respondo serio y a continuación ella lo corrobora con una sonrisa para llevarme a continuación junto a otras parejas bailando.

Es solo un baile, lo sé, pero mi mente sigue dando vueltas y todo resulta una auténtica tortura para mí, primero por no saber a donde agarrarme ni hasta donde poder pegarme a su cuerpo, pues no quiero que note la erección que a esas alturas se muestra en plenitud y porque cada vez que mis manos sujetan su estrecha cintura o el principio de sus caderas, mi miembro parece cobrar vida, dando un respingo. No quiero quedar en evidencia delante de ella y que pueda pensar lo depravado que soy, al estar empalmado por su culpa. Bailar con esa diosa es el sueño de cualquiera, pero yo no puedo evitar pensar que estamos solos ella y yo, desnudos en medio de aquella sala de baile.

Me siento en la gloria, así, abrazada por mi tío, percibiendo cómo sus fuertes manos se sujetan a mi cintura, haciendo que todo mi cuerpo se estremezca. A medida que nos movemos por la pista algún dedo roza accidentalmente el comienzo de mi culito, y siento todo un chispazo recorrer mi espalda y cómo mi coño se humedece por momentos. Estoy realmente cachonda y hago todo lo posible por arrimarme a él, pero en cambio mi tío intenta no acercarse más de lo aconsejable con su sobrina, quizás creyendo que me siento incómoda y es precisamente todo lo contrario. Cuánto me gustaría poder notar su sexo contra el mío, sentir toda su hombría… incluso en un momento del baile, llego a pensar que estamos desnudos… bailando solos él y yo. Por cierto ¿Cómo se verá mi tío desnudo al completo? ¿Cómo será su verga? ¿Cómo follaría conmigo?
Tan a gusto me siento abrazada bailando con mi tío y con mis cada vez más traicioneros pensamientos que el tiempo se me pasa volando y cuando me quiero dar cuenta, la gala termina y después de despedirnos de algunos invitados, volvemos a casa, sin que lamentablemente pase nada más de lo ansiado, porque a mí me hubiera gustado que nos besáramos en el coche, que hubiera pellizcado mi culo o que me hubiera dicho lo buena que estoy o lo mucho que desearía follarme… Hubiese echado un polvo con él aquí mismo, dentro del coche, con que solo me lo hubiera insinuado, aun a riesgo de ser vistos por todo el mundo.

Nos despedimos con dos castos besos en las mejillas y vuelvo a quedarme prendado con su olor y la suavidad de su piel, para terminar viendo como entra en casa con esos andares tan seductores. No puedo dejar de pensar en ella, desde que apareció en esta noche, con su espectacular vestido, cuando estuvimos bailando, en el momento de acariciar su estrecha cintura, reviviendo el momento de su pecho pegado a mi cuerpo o cómo mis manos descendieron hasta notar el comienzo de sus posaderas.

Sin duda que mi sobrina se ha convertido en una mujer y hay algo en mi interior que no me deja pensar en ella como la niña que siempre cuidé, como la hija que nunca tuve. En este momento viéndola caminar con su meneo de caderas y sus largas piernas avanzando, se me queda la imagen grabada y una erección que tendré que apagar nada más llegar a casa con una paja en su honor. Solo puedo ver a Andrea como una mujer, por mucho que me empeñe en borrar esas imágenes de mi mente, ella es la criatura más increíblemente bella y sensual que nunca haya podido conocer. Me siento mal al pensar así, pero es inevitable.

Al llegar a casa y meterme en la cama, mi mujer duerme plácidamente pero yo saco mi miembro a escena y comienzo a pajearme soñando con el infartante cuerpazo de mi sobrinita continuamente, imaginando que no es mi mano la que mece mi polla, sino la suave y fina mano de mi sobrina, luego mi pensamiento recorre sus curvas, sus caderas, sus tetas y su boca, imaginando como mi polla se mete entre esos labios, pensando en cómo debe ser sentirlos apretados sujetando mi barra de carne, cuando de pronto me corro como nunca pensando en la boca y en las piernas de Andrea. He puesto las sábanas perdidas, espero que mi mujer no lo note cuando se levante.

Hoy es el día de mi 23 cumpleaños y acudimos a casa de mi tío en el campo, donde tiene una plantación de café y una finca con una preciosa casa y una piscina enorme. Como en otras ocasiones él lo ha preparado todo esmeradamente para celebrar ese día tan especial para mí. Su casa en el campo posee un gran terreno donde poder descansar, tomar el sol y disfrutar de un baño, además de deleitarse de una maravillosa barbacoa que él maneja como nadie, pues aparte del rico asado, siempre nos cocina auténticas delicias.
Desde el día de la cena, no he vuelto a ver a mi tío, pero de alguna manera me siento ahora más cerca de él, más que como cómplice, como el de ese hombre que me mira con otros ojos, imagino estar más cerca de poder intimar más de lo normal con él, al menos eso es lo que yo no dejo de dar vueltas en mi cabeza, soñando con sus besos, sus caricias, su cuerpo apretado contra mí. Solo con pensarlo, estoy excitadísima y noto la humedad en mi sexo. Era así antes, desde hace tiempo, pero desde la famosa gala benéfica, ya no pienso en otra cosa y solo recuerdo sus ojos mirándome el escote, o esas ojeadas a mis piernas que me ponen tan caliente. ¿Volverá a mirarme así en mi fiesta de cumpleaños? Estoy esperando ansiosa y cachonda ese momento tan especial. Estoy deseosa de que me vea con el bikini y ver sus ojos recorriendo mis curvas, como si realmente me deseara… al menos eso es lo que yo quisiera.

La primera en llegar a la fiesta de cumpleaños de Andrea es su madre, que es mi preciosa hermana Rosa y que por cierto se ve guapísima luciendo un vestido de color verde de flores y de gran vuelo en su falda con un escote generoso.

- ¡Estás preciosa, hermana! – le digo al llegar a mi lado y dándole un par de besos.
- Calla, adulador – me repite ella sonriente como si fuera un simple halago. –

Lo cierto es que mi hermana es portadora de una gran belleza y yo orgulloso de tenerla, pues a sus 42 años posee una elegancia y un cuerpo de infarto que lógicamente es la envidia de muchas mujeres, especialmente mi esposa, que desgraciadamente no alcanza a tener esas maravillosas curvas, ni de lejos. Siempre ha mirado a mi hermana como rival de belleza, pero desgraciadamente no tiene nada que hacer. Sin embargo hay otra mujer que sí puede superar ese nivel y es mi sobrina Andrea, que ha heredado lo mejor de su madre: su simpatía, su cuerpo, sus ojos, su sensualidad… El rostro es parecido, las piernas de ambas son largas, las curvas también son impresionantes o sus redondos culos… quizás mi hermana tenga más volumen de pecho, pero las dos son preciosas, aunque francamente la que me tiene en vilo y me parece la mujer de mis sueños, es mi preciosa sobrina Andrea. Desde la cena benéfica, la cosa se ha vuelto obsesiva, no dejo de pensar en ella, sueño con pellizcar sus pezones, sobar su culo, acariciar la rajita que debe ser suave y divina...

Mi tío Pablo ha organizado una vez más una fiesta por todo lo alto, pero realmente, lo que me habría gustado es que estuviéramos solos, él y yo, que me dijera al oído lo mucho que me desea desde la noche de la cena y poder besarle de una forma que yo siempre he soñado, alejada de los castos besos de tío y sobrina, sino imaginando que me atrapaba con su boca, muerde mis labios y nuestras lenguas se enredan en un juego infinito… incluso imaginar que estamos desnudos y jugar a atraparnos, a acariciarnos, a follar sobre la hierba o dentro del agua…
- ¿Qué piensas nena? – me pregunta de pronto mi novio, Jorge, que camina junto a mí.
- No, nada, cosas mías. – respondo algo azorada, pues parece estar adivinando mis pensamientos lascivos hacia mi tío.
- Pareces en otro mundo.

Le sonrío algo forzadamente y aunque he sido siempre absolutamente sincera con mi novio, en cuanto a lo que me gusta, me atrae o lo que me excita, no soy capaz de confesar lo siento por dentro con mi tío. Jorge y yo somos una pareja muy abierta que disfruta de la sexualidad sin objeciones, incluso si tenemos la oportunidad de disfrutarla fuera de la pareja, lo aceptamos sin condiciones, llegando a contarnos los detalles de cada uno de nuestros escarceos, pero en esa ocasión es distinto, no me veo con fuerzas ni remotamente de confesarle lo que siento por mi tío.

En cuanto oigo la voz de Andrea llegando a casa, con su contagiosa alegría, no puedo remediar sentir nuevamente ese nerviosismo extraño y algo en mi interior que me inquieta. “Es mi sobrina” me repito constantemente a mí mismo, pero sin embargo no puedo dominar esa atracción cada vez más incontrolable.

El siguiente en entrar a la finca es Jorge, el novio de Andrea, con el que me llevo francamente bien. Estoy contento de que sean pareja porque sé que la quiere mucho. Nos damos un abrazo, pero inmediatamente después desvío mi mirada hacia mi sobrina que viene justo detrás. Está preciosa con unos pequeños shorts vaqueros medio deshilachados, con los que se muestra la largura de sus torneadas piernas. En la parte de arriba lleva un top blanco en el que se adivina que no lleva sostén debajo. Sus enormes ojos me miran de esa forma en la que uno no puede más que sentir un tremendo deseo hacia ella, sus perfilados labios son la otra parte que no se puede evitar admirar deseando besarlos sin cesar, por no hablar de sus curvas. ¡Pero qué buena está!

- ¡Tío, hola! – dice con su blanca sonrisa y abrazándose a mí, colgándose de mi cuello como hace siempre.
Su pecho se pega a mi tórax y su sexo inevitablemente también al mío. Me agarro rápidamente a su cintura y la separo levemente de mí, pues no quiero que note que algo allá abajo está creciendo desde que ha hecho su aparición.

Aunque pueda parecer un abrazo como los de siempre, desde luego para mí no, la sensación que yo tengo es mucho más intensa de lo yo misma hubiera podido desear, sabiendo que aunque sea un imposible, que es mi tío y que no deba pensar así, pero mi cuerpo juega a otra cosa, atrapada con la imagen de la fuerza de sus brazos, soñando su cuerpo desnudo, imaginando estar siendo penetrada por él.
Me suelto de su abrazo y de todos esos prohibidos pensamientos, para no levantar ninguna sospecha y repitiéndome a mí misma, ¡Es tu tío, joder!
- ¡Hola, preciosa! – me dice con su gran sonrisa y con esa mirada que me encandila cuando nos quedamos uno frente al otro.
- ¡Hola tío, qué bien huele! – le comento y a continuación le beso en la mejilla aspirando no el aroma que desprende el asado, sino su propia piel, esa que tanto me cautiva.

El olor de su piel se impregna en la mía. Acaricio levemente su pelo de forma cariñosa y vuelvo a fijarme en su boca mientras habla, aunque casi no puedo prestarle atención a lo que dice, solo imagino cómo deben ser esos labios atrapando mi polla, hasta que se acerca a mi oreja para contarme uno de sus secretos y sus bromas, como suele hacer, pero esta vez, despierta otros instintos en mí.

- He traído el tanga. – me dice en un susurro.
- ¿Cómo? – pregunto asombrado.
- ¡Que no bobo, que la tía nos mata! He traído el rosa que te gusta. El tanga para otro día. Cuando estemos solos – añade con su blanca sonrisa.

Mi cara debe ser un poema, pero desde luego la sola idea de verla en bikini ya es todo un espectáculo, lo de imaginarla con tanga es punto y aparte, pero sí que tiene razón en eso de que si lo hubiera traído, mi mujer nos mataba. A ella por su descaro y su provocación y a mí por desvelarse mis instintos y pensamientos en cuanto la viera. Lo cierto es que envidio a Jorge, porque es sin duda, el que recibe las caricias de sus dulces manos, el que es besado por esos carnosos labios, el que muerde esos juguetones pezones o el que penetra ese chochito tan anhelado. Mi erección no cesa pensando en eso.

Cuanto me hubiera gustado que me dijera las ganas que tenía de verme con ese nuevo tanga, sin embargo, mi tío no parece sentir lo mismo que yo, al menos no hace comentarios picantes al respecto, como yo hubiera deseado.

De algún modo yo quiero provocarle, sacar algo de él que nunca he conseguido hasta ahora. No sé por qué me comporto así, me siento en el fondo muy mal por actuar de esa manera, por ser tan provocadora, especialmente con él, pero es inevitable. La idea de haberle podido enseñar mi tanga, hace que me moje entera. Ciertamente ese pequeño bikini es un regalo de Jorge y sólo me lo pongo para contentarle a él, sin embargo, imaginar que mi tío me lo pudiera ver puesto, me vuelve loca.
Al final saco mi bikini rosa de la bolsa, que sé cuánto le gusta también. No llega a ser tan reducido como el tanga, pero es igualmente pequeñito. Me meto en la casa y tras saludar a mi tía, me despojo de la ropa en la habitación que suelo usar cuando me quedo allí a dormir.Me miro desnuda al espejo, doy un giro sobre mí misma y me lanzo un beso de aprobación de ese cuerpo que se refleja y que imagino ver acariciado y besado por mi tío una vez más. Me pongo por fin el bikini y salgo decidida al jardín sabiendo que todos me mirarán.

Yo sigo en la parrilla dándole la vuelta a la costilla, cuando aparece en el jardín mi hermana Rosa con un bonito bañador estampado de una pieza que estiliza su figura, está realmente preciosa y vuelvo a sentir ese orgullo de hermano, pero cuando me quedo alucinado es cuando la que aparece a continuación es Andrea, dejándome boquiabierto una vez más con ese bikini rosa, que es pequeñito y con el que poco hay que dejar a la imaginación.

Ella siempre me ha parecido espectacular en bikini, pero ese en especial, que porta de forma magistral, mucho más atrevido que sus otros bañadores de siempre. La mirada de mi esposa no parece estar en la misma onda, porque creo que siente algo de celos y cierta envidia, por la juventud de Andrea, su gracilidad y su sensualidad, que irradia con cualquier cosa. Ver a mi sobrinita con minifalda, con tacones, con pantalones ajustados o escotes atrevidos, supone siempre una alteración que no puedo evitar y un descontrol de mi mente, que me traicione, haciendo que esas imágenes formen parte de mis fantasías más ardientes, con ese bikini, además parece una diosa, el sueño de cualquier mortal... ¡Mi sueño!

Al salir con el pequeño bikini, la primera en poner objeción ha sido mi tía, aunque no pronuncie una palabra, pero su mirada lo dice todo. Mi madre se limita a observarme con su cara de orgullo de hija, algo que siempre me encanta y me da tanta seguridad. La mirada de mi novio es un poema, se le ve extasiado al verme, pero lo que más me llama la atención es la mirada de mi tío, sin duda le he impresionado una vez más, a pesar de conocer ese bikini y aunque quiera comportarse como un padre, es un hombre y sin duda he logrado captar su atención. Eso me hace sentir muy feliz y francamente cachonda.

- ¡Cariño, estás impresionante! Me encanta como te sienta ese bikini – me dice mi novio agarrándome por la cintura.
- ¿No me queda muy pequeño? – pregunto inocentemente sin dejar de mirar a los ojos a mi tío.
- Estás buenísima – me dice Jorge, dándome un beso en los labios. – tengo ganas de quitártelo – añade en un susurro para que nadie pudiera oírle.

Me sitúo junto a mi tío con la naturalidad de siempre y le ayudo a preparar las hamburguesas para irlas llevando a la mesa, momento que aprovecho para caminar de forma sensual, primero por mi novio con el que juego a provocarle, pero a quién yo quiero seducir realmente era al otro hombre que me tiene loca.

Me está costando una enormidad mantener una conversación con mi sobrina y sobre todo teniéndola al lado con aquel reducido bikini. Tengo que disimular mi erección a todas luces y me coloco un trapo de cocina sobre mi cintura como si quisiera evitar mancharme con la preparación del asado, aunque lo que quiero es que no se vea una delatadora empalmada. De vez en cuando se acerca mi hermana y yo disimulo como si no pasara nada, pero juro que es realmente difícil mantener la compostura.

Andrea, además de mostrar su espectacular cuerpo, se mueve con esa gracia y ese arte que me tienen realmente ido. Su novio y ella se zambullen en la piscina y juegan durante un buen rato, momento que aprovecho para meterme junto a ellos, como siempre, pero esta vez para disimular el bulto de mi bañador y bajar mi calentura. Yo encubro mi bulto, porque no quiero ni que mi hermana y mucho menos mi mujer noten mi alteración, pero es que el corazón me late tan fuerte, que parece que es escuchado por los demás, más aun cuando mi sobrina juega a salpicarme o a meterme la cabeza bajo el agua con inocentes juegos en la piscina, pero cuando su fina piel roza la mía, aquello es un chispazo que revoluciona todas mis hormonas y cuando sus tetas rozan por un instante mis muslos en una ahogadilla, me pongo malo o peor aun cuando en un accidental choque su pelvis se clava con la mía durante apenas un segundo veo las estrellas y al mismo tiempo me siento fatal, creyendo que ella lo ha podido notar.

Creo que apenas ha sido un segundo, pero en los juegos bajo el agua, he notado en uno de esos movimientos fortuitos, el sexo de mi tío chocar contra el mío. Ha sido fugaz y al mismo tiempo maravilloso. He podido percibir una dureza extrema, contra mi coño, más que evidente. Se puede decir que ese momento fue inesperado, muy tenue, pero increíblemente mágico. ¡Estaba empalmado!
Durante la comida no puedo despejar esa imagen bajo el agua y ese contacto impensado entre nuestros cuerpos que me ha mantenido cachonda durante todo el día. ¿Mi tío se habrá puesto cachondo conmigo o era una reacción normal?
El resto de la velada, la pasamos como siempre, celebrando mi cumple, soplamos las velas y me han sorprendido con innumerables regalos, sobre todo con ropa que me encanta. Mi tío me ha regalado una preciosa pulserita para el tobillo que siempre llevaré puesta.
Cuando me ha entregado mi regalo se lo he agradecido como a todos, pero pegando mi cuerpo mucho más de la cuenta contra el suyo, haciendo que pueda sentir mi cuerpo medio desnudo adherido el suyo. No sé cómo describir esa sensación, pero es la de tener al hombre de mis sueños aferrado a mi cuerpo y en ese momento pensar que me diga lo mucho que me desea… tanto como yo a él. Sin embargo mi tío se limita a sonreír. De reojo, mi tía pone un mohín de enfado, no sé si por ver mi atrevimiento con mi tío o porque este se ha puesto muy nervioso con su sobrina pegada a su cuerpo. He intentado por todos los medios volver a intentar sentir esa erección de nuevo, pero él hábilmente se ha retirado de mi cuerpo en el momento justo.

Aunque me cuesta disimular, lo intento a todas luces, en primer lugar porque me siento muy alterado ante la belleza de mi sobrina y casi vigilado por mi mujer a cada gesto que hago, pero he aguantado el tipo estoicamente todo lo que he podido, incluso cuando ese cuerpecillo juvenil tan hermoso, se ha pegado al mío. Esa chiquilla me lleva por el camino de la amargura, pues cada vez que yo intento escabullirme ella se pega a mí o luce sus encantos con esa inocencia que no parece vislumbrar nadie más que yo. El hecho de notar su cuerpo con ese pequeño bikini sin nada más rozando su piel con la mía y casi volviendo a rozar nuestros sexos, he aguantado de su cintura para que esa unión no se produzca de nuevo.

No dejo de pensar en el momento en el que tuvimos el choque bajo el agua donde tuvo que percibir mi empalme chochando directamente entre sus piernas, ¿se habría dado cuenta de que estaba excitado y que tenía mi polla a tope? Por más que miro a sus ojos, no veo respuesta, pero ha tenido que haberlo notado, ¿qué pensará de mí? ¿Qué soy un degenerado por excitarme con su cuerpo? ¡Por Dios, es mi sobrina! – pienso una y otra vez. Puedo jurar que he hecho todo lo posible por despejar mi mente y pensar en otra cosa, pero con esa preciosidad correteando de aquí para allá, con ese reducido y sexy bikini, resulta realmente complicado. ¡No puedo evitarlo!

Tras la comida, nos hemos sentado en las tumbonas y disfrutamos de la tertulia, del café y de las miradas curiosas de mi tía, mi madre, mi novio y por supuesto mi tío cada vez que yo salgo al jardín con un modelito, de los que me han ido regalando en este día. Todos aplauden al verme salir cada vez, pero mi tía se ve que lo hace por cortesía, pero su rostro serio indica su desaprobación, cuando yo salgo en minifalda o una blusa muy ceñida y desfilo ante todos. Yo, al mismo tiempo, procuro mostrar lo mejor de mí, seduciendo a los dos hombres: mi novio, que me piropea constantemente y especialmente a mi tío, que no dice nada, pero se ve que no me quita ojo. Yo le sonrío, le hago guiños, sonrisas o movimientos sensuales y todo es distinto desde la famosa cena, él me mira diferente.

- Me tienes loco, nena – me dice mi novio al oído en una de mis apariciones con una falda corta de cuero.
- ¿Ah sí? – le respondo con tono juguetón.
- Que ganas tengo de que estemos solos. Necesito comerte.
- Vaya, ¿estás caliente? – le pregunto al oído pero es obvio que mi chico se siente pletórico al verme, lo cierto es que es tan ardiente como yo.
- Sí, pero no soy el único.
- ¿Cómo?
- ¿No has visto cómo te mira tu tío? – me dice de pronto.
- ¿Cómo dices?
- Le tienes loco también y creo que se le ha puesto dura como a mí. – añade con su sonrisa burlona.

Tanto mi sobrina como su novio me miran fijamente, pero yo intento disimular leyendo el diario, como si no me diera cuenta. Por un momento me parece que se fijan en el bulto que forma mi bañador, pero por otro lado pienso que todo es fruto de mi imaginación. Llego a pensar que ella le ha contado el incidente en la piscina, pero después lo he descartado porque eso le hubiera puesto celoso a Jorge y ella no me habría delatado.

El caso es que mi mente me tortura y me parece ver en Andrea mayor erotismo del que he captado hasta entonces, creo que o bien mi obsesión va en aumento o realmente me está provocándome en cada gesto. Cada vez que aparece en el jardín con un modelo diferente tengo la sensación de que lo hace de forma más sensual. Sus escotes se ven tan atrayentes, sus piernas robustas y largas, su espalda erguida con una blusa abierta, sus muslos suaves con una minifalda, sus andares provocativos con meneo de caderas en el momento de ir calzada con tacones, o unos jeans tan ceñidos que casi se pueden adivinar sus labios vaginales dibujados debajo. Tengo que seguir leyendo y dejar de mirarla. ¡Es tu sobrina, Pablo! – me repito a mi mismo incesantemente.

Las palabras de mi novio y las continuas miradas de mi tío han conseguido dejarme totalmente anonadada y es que no acabo de creérmelo. ¿Realmente él se ha fijado en mí de forma distinta a otras veces? ¿Me mira como una mujer deseable en lugar de verme como su sobrina? ¿He conseguido que tuviera una erección por mi culpa?, ¿Lo de la piscina no ha sido impresión mía? ¿Sigue empalmado toda la tarde cada vez que yo salgo con un modelito distinto?, ¿Desde la cena famosa, mi tío me trata como una mujer y no como a su sobrina?
- No sé por qué dices eso – le digo de pronto en voz baja a mi novio tras pensar en lo que me acaba de comentar
- ¿El qué? – pregunta él sin saber a qué me refiero
- Eso que has dicho de que mi tío se ha fijado en mí y está empalmado. No puede ser…
- Cariño, es inevitable fijarse en ti, pero es que creo que no solo se ha fijado, sino que está babeando. No se lo reprocho, estás para comerte y yo también la tengo dura. – añade acariciando mi muslo con suavidad y haciendo que mire al bulto que hay bajo su traje de baño.
- Eres bobo – le digo.
- Es cierto, nos tienes locos – añade con una sonrisa.
- Es mi tío, Jorge. No puede ser – le recrimino.
- ¿Acaso no ves como te mira? – me repite.
- ¿Cómo tú a mamá? – le contesto de pronto cuando veo como se le van los ojos tras el culo de mi madre.

Él se ha puesto ligeramente colorado y aunque otras veces hemos hablado de mi madre, en este momento sé que estoy en lo cierto, mi chico no puede evitar admirar a mi madre, algo que siempre me lleva a tener pensamientos contradictorios, pues por un lado me gusta y por otro siento celos de mi propia madre. No se lo puedo reprochar, mi madre es realmente preciosa y con un cuerpo de locura, es lógico que a mi chico se le vayan los ojos.

El resto del día ha pasado más o menos como siempre, aunque yo sigo embobado viendo a mi sobrina corretear por el jardín, como cuando era una niña, pero ahora es una mujer… una impresionante mujer, por cierto. También mi hermana parece estar haciendo las delicias de Jorge porque este no deja de observarla el culo y el escote que ofrece su bañador. Es lógico, aunque es su futura suegra, mi hermana es una mujer muy atractiva y sexy, casi tanto como su hija, porque para mí esta sigue siendo única.

Ahí me fijo en las tres mujeres y lo diferentes que son. Mi esposa ha perdido el atractivo de su juventud y algo entrada en carnes, teniendo casi la edad de mi hermana, parece muchísimo mayor, no tiene ni de lejos la figura o el atractivo de esta y luego está mi sobrina, además de su belleza, desborda simpatía, erotismo, alegría que lo inunda todo. En un momento en que las veo charlando a las tres, pasa Jorge a mi lado, dándome un golpecillo en la espalda.

- ¿En qué andas, tío? – me pregunta sonriente.
- No, nada… con la mente en blanco – disimulo- ¿Y tú?
- Yo fijándome en Andrea, está riquísima con ese bikini, ¿verdad? – me pregunta de sopetón.
- Sí, claro, le sienta muy bien. Y mi hermana también está muy guapa. – añado sabiendo que, aunque lo disimule, ese es su punto flaco.

Me preguntaba si Jorge ha podido notar que yo miro a mi sobrina de otra manera, pero lo descarto, porque seguramente se hubiera mosqueado conmigo o no me hubiese hecho ese comentario con tanta naturalidad.

La fiesta transcurre sin más “incidentes” pero sin que yo pueda seguir pensando en mi sobrina, en desearla cada vez más.

Apenas ha pasado una hora desde que terminó mi fiesta de mi cumpleaños y no me quito a mi tío de la cabeza. Mi novio y yo entramos en el cine pero cuando comienza la película yo estoy con mis pensamientos en otro lugar, sin dejar de imaginar que mi tío ha podido pensar en mí, creyendo en que realmente ha dejado de verme como siempre. Estoy con una gran duda ¿Y si todo es verdad? ¿Y si mi tío me desea como yo a él?
Miro a Jorge que sigue concentrado en la película, pero no soy capaz de contarle lo que siento y lo que pienso. Me limito a jugar con mis dedos en el bulto de su pantalón que rápidamente cobra vida. Él se queda algo sorprendido, mirando alrededor por si alguien se ha podido dar cuenta, pero la oscuridad de la sala es mi aliada, por lo que me envalentono y bajo la cremallera de sus jeans y meto mi mano acariciando su enorme polla que está dispuesta a recibir mis caricias. Comienzo a pajearle mientras él sigue alucinado. Acerco mi boca a la suya y comienzo a besarle, intentando meter mi lengua en su boca, buscando apagar mi calor y mi sed. Estoy realmente cachonda y aunque mi chico se preocupa con el hecho de poder ser vistos, yo no puedo esperar y sigo besándole con ganas y pajeándole, esta vez con su polla fuera del pantalón.

- Jorge, tócame, estoy cachonda – le digo soltando el botón de mi short para que me meta mano allí mismo.
- ¿Estás loca? Nos pueden ver. – dice él mirando a un lado y a otro.
- ¿Ahora eres tú el remilgado? ¡Tócame el coño! No nos ven, está todo oscuro y necesito tus dedos ahí.
Mi novio no puede reprimir su sonrisa y las ganas de cumplir mi petición. En cuanto su mano se cuela por la cinturilla de mi pantalón y bajo la tira de mis braguitas alcanza mi sexo, que está empapado y comienzo a jadear al sentir sus dedos jugando con mi rajita y mi clítoris inflamado. Intento apagar mis gemidos contra su brazo. Él se siente pletórico porque sé cuánto le gusta darme placer y al mismo tiempo recibir esa paja que sabe que domino como nadie. Apenas me da tiempo a disfrutar del momento, pues estoy pensando en mi tío y con eso me corro en pocos segundos, como pocas veces, de una forma intensa, sin poder evitar imaginar en la oscuridad de este cine que es mi tío Pablo quien mete sus dedos en mi coño y no mi novio. Me aferro a su brazo y apago mis gemidos en un intenso orgasmo, cerrando los ojos y con la imagen de la cara de mi tío en mi mente, soñando con una mano que juega con mi coño empapado.

- ¡Cariño, me corro! - me despierta mi chico de mis dulces sueños cuando estaba envuelta en fantasías con mi tío.
Veo que mi mano ha estado acelerando sobre el miembro de Jorge y está a punto de reventar. No puedo dejar que se corra allí mismo pues podría saltar su carga por cualquier parte, así que bajo mi cabeza y me meto su polla en la boca comenzando a mamarla con todas las ganas. Apenas cuatro metidas hasta mi garganta y mi pobre novio se corre abundantemente dentro de mi boca, haciendo que todo su cuerpo se tambalee. No es por nada, pero soy una experta mamadora y él lo disfruta a tope. Me encanta comerme sus 19 centímetros hasta hacerlos desaparecer por completo. Me trago hasta la última gota y después de limpiarle los restos de su polla con mi lengua le planto un beso y él me dice en susurros.
- ¡Estás loca!

Si supiera, el pobre, que me he corrido pensando que era mi tío quien me metía mano y que era su polla la que me acabo de comer…

- Pablo, tu sobrina te está esperando en la entrada. - me comenta Fer, que es mi capataz de la obra en la que estamos trabajando
- ¿Mi sobrina? - le pregunto.
- Si. Andrea, se llama ¿no? Me ha dicho que habíais quedado para ir de compras o no sé qué. Por cierto, que cada día está más buena la nena.
- Oye, que es mi sobrina. – replico a Fer, que siempre ha sido mi hombre de confianza y estoy acostumbrado a sus bromas, aunque su comentario me parece excesivo y ofensivo, tratándose de Andrea.
- Joder, perdona Pablo, pero... si está buena, está buena y no hay más que hablar. Dile que aquí me tiene para lo que haga falta. Ese pelo moreno, esos ojazos, esos labios, ese culo respingón… son toda una provocación.
- Calla, anda, no seas bruto, que te pasas. Además ya sabes que tiene novio. - digo intentando aplacarle.
- Tampoco importa, yo no soy celoso. - me comenta él riendo pero yo me pongo serio y no le sigo el juego…

Estoy esperando en la entrada de la obra a mi tío, tal y como habíamos quedado. Noto que todos los hombres que trabajaban allí me miran con más o menos descaro. Muchos saben que soy la sobrina de Pablo, pero aprovechan cualquier excusa para ir a buscar ladrillos o cemento y de paso echarme una buena ojeada.
Tengo que reconocer que en el fondo, no niego que sus miradas me resultan excitantes, más sabiendo que allí no corro peligro al ser la sobrina del jefe, pero es inevitable sentir un cosquilleo cada vez que uno de ellos me desnuda con la mirada. Soy provocadora, lo sé, pero me encanta ver sus ojos clavados en mí. ¿Acaso puede haber algo más excitante que sentirse deseada?
Mi excitación también viene dada porque hace más de una semana que no veo a mi tío y no he dejado de pensar ni un momento en volver a encontrarme con él. ¿Seguiría todo como entonces o habrá algo que pueda ser diferente? Desde que mi novio me comentó lo de esa presunta erección de mi tío, su roce conmigo bajo el agua de la piscina, donde pude notar que sí que la tenía bien dura, mis sensaciones apuntan a que algo ha cambiado desde entonces y estoy empeñada en buscar la manera de averiguarlo. Mi excitación no ha bajado ni un gramo, al contrario cada día es mayor.

Acudo a la entrada y allí está Andrea, mi preciosa sobrina, ajena a las miradas lascivas de todos los hombres que andan por allí, tanto mis empleados como algunos de los transeúntes que merodean cerca. Lo cierto es que ella es una mujer impresionante y tiene un cuerpo de hacer temblar, no se puede negar, más todavía con ese pantalón blanco tan ajustado del tipo leggings y esa blusa en la que se adivina su busto y especialmente sus pezones marcados. Creo que levanta más que pasiones y en cambio ella parece no ser consciente de ello.

- Hola Andrea - la saludo dándole dos besos.
- Hola guapo. - responde con su acostumbrada gran sonrisa.
- ¿Cómo se te ocurre venir por aquí?
- ¿Por qué? ¿Acaso no puedo, tío?
- Sí, pero niña, fíjate cómo te miran todos.
- ¿Me miran? - pregunta inocentemente volviendo su cabeza y percibiendo esas miradas libidinosas de todos los hombres.
- Te comen con los ojos. - añado.
- ¿Ah sí? ¿Pero por qué?
- Vamos, Andrea, ¿no me digas que no te has dado cuenta?
- Ni que no vinieran mujeres por aquí. – comenta sonriente.
- Sí, vienen, pero no como tú.
- Gracias tío, lo tomo como un cumplido, pero me proteges demasiado. Ya no soy una cría. Está bien que seas mi protector, pero ya he cumplido los 23, majo, ¿recuerdas?
- Bueno, ¿a qué has venido? - le digo tirando de ella hasta alejarla de la puerta, pues me siento incómodo por tanta observación ajena.
- ¿Ya no te acuerdas? Habíamos quedado para ir al sex-shop.
- ¿Cómo?, ¿Al sex-shop? – pregunto confuso.
- Sí, bobo, te dije que se casaba mi amiga Fabiana y que le quería comprar algunas bromas para su despedida de soltera y me da corte ir yo sola al sex-shop.
- Coño, me había olvidado, Andrea. Dame diez minutos, acabo con una cosa, me cambio y vamos. Espérame en el coche.
- ¿En el coche?
- Sí, por favor...
- Que no te gusta cómo me miran el culo, ¿no? jajajaja… - añade ella riendo a carcajadas ante mi apuro.

Aunque mi tío se va riendo, estoy convencida de que no le gusta que yo muestre mi culo con este pantalón blanco tan ceñido, pero él es uno de los que más me lo mira y para mí es lo importante. Saberme observada por él, me hace sentir una agitación interna maravillosa. Sé que tengo muy pocas posibilidades de llevar a cabo algo que no sea lo normal entre tío y sobrina, pero yo me excito con la sola idea de jugar a provocarle.
También me gusta ese instinto de protección tan masculino con el que procura siempre apartar de mi alrededor unos cuantos moscones que merodean con el único objetivo de llevarme al huerto, según me dice él siempre, al menos hasta que conocí a Jorge, al que por cierto aprobó como sobrino político desde el primer momento. Aun así, mi tío me sigue tratando como una niña, no lo puede evitar, sin embargo yo intento que nos comportemos como adultos, incluso le hablo abiertamente de mi novio y de mis avances amorosos en general y también incluso en el terreno sexual, que sin contar nuestras intimidades, también nos sirve para hablar con esa mutua confianza que nos tenemos, aunque sea guardando las formas, claro.
Hoy, la idea de que me acompañe al sex-shop no deja de ser una excusa para ver cada una de sus reacciones y un plan de ataque premeditado para saber hasta dónde podría llegar mi tío o si realmente soy yo la que ve cosas que no son. Lo tengo todo pensado y espero poder engañarle para ver cómo se desenvuelve.

Yo sé que a Andrea se molesta de que yo esté todo el día encima de ella con respecto a los hombres y más ahora, que ya es toda una mujer, pero mi papel de padre que ella nunca tuvo, me obliga a actuar con esa forma.

Siempre he intentado ver a Andrea como la hija que tampoco nunca tuvimos mi esposa y yo, pero a medida que ha ido creciendo, no puedo verla de igual manera, ni negar su increíble belleza con ese poder de atracción que tampoco en mí pasa desapercibido, a pesar de querer evitarlo en todo momento. Su bello rostro, con esa cara de niña buena, su naricilla, sus pómulos siempre encarnados, sus ojos enormes, esos labios carnosos… un culito redondo y respingón, largas piernas, sus tetas, aunque yo haga como que no la mire, a veces no puedo evitar que los ojos se me vayan allí, unas veces por su canalillo, otras cuando la veo en bikini o con esos vestiditos, camisetas y jerséis tan ajustados, que me provocan un cosquilleo especial. Me maldigo por pensar en ella así, pero Andrea es mucha mujer como para no sentirlo. Desde la famosa cena de la gala benéfica y después con el día de su cumpleaños esa atracción se está incrementando sin remedio.

Cuando regreso al coche, ella me espera apoyada sobre la puerta con sus piernas cruzadas a la altura de sus tobillos que están adornados con unas bonitas sandalias de fino tacón. Está preciosa y yo ralentizo mis pasos para disfrutar de ese cuerpazo que es casi como una aparición. Como siempre, ella me regala una de sus sonrisas que hacen que a uno no le quede otra que adorarla y cumplir todo lo que me pida.

- Gracias, osito. - le digo cariñosamente pegándome a él y plantándole un beso cálido en la mejilla dejándole marcados mis labios en su piel. ¡Qué bien huele siempre mi tío!
- Gracias ¿Por qué? – pregunta sorprendido
- Por acompañarme al sex-shop. Sola me daba corte.
- Podías haber ido con alguna de tus amigas.
- Ya lo pensé, pero creo que es mejor la opinión de un hombre para hacer ciertos regalos.
- Pues ya sabes que haré lo que pueda, pero tampoco soy un experto ni un asiduo de ese tipo de sitios.
- Menos yo. No he ido nunca. Además tú siempre me ayudas en todo - añado mordiéndome el labio de una forma provocadora.
Me abre la puerta del coche caballerosamente y yo pongo mi culo en pompa para que no pierda detalle de mis posaderas ni de mis intencionados movimientos.
- Entonces, ¿este pantalón provoca miradas lascivas? – le pregunto volviendo mi cabeza notando su turbación pues la pregunta va dirigida directamente a él.
- Un poco, cariño.
- Pero no se me nota la braguita ni nada. Llevo un tanga. – le digo pasando mi mano suavemente por mi culo de forma sugerente.
Me doy cuenta de que mi tío tiene un bulto más que sospechoso bajo su pantalón y eso me vuelve a encender. ¿Será verdad que se excita conmigo, que se le pone dura con mi sola presencia?
Al fin, tras notarle nervioso durante todo el trayecto en el coche, llegamos a la tienda en cuestión, donde no hay mucha gente, tan solo un par de clientes que no se olvidan de escanear mi culito con ojos cargados de lascivia y sobre todo el dependiente, un hombre de la edad de mi tío que habla con nosotros con su vista clavada en mi escote y en mi entrepierna. Ya me estoy poniendo excitada de nuevo, no lo puedo remediar.

No me gusta nada la forma de mirar de aquellos clientes hacia mi sobrina ni mucho menos el dependiente que tiene una cara de cerdo y de estar comiéndosela con los ojos.

Nos enseña dónde está cada sección del sex-shop pero yo le invito a que nos deje curiosear sin tener que acompañarnos en todo momento. Después empezamos a ver a solas ella y yo objetos de todo tipo que a mi sobrina parecen hacerle mucha gracia. Bolas chinas, consoladores, pelis porno, disfraces, preservativos variados, geles, lubricantes, velas, cremas, artículos de broma de lo más variado y vamos, todo el surtido de un establecimiento de juegos y armamento erótico festivo. Le tengo que explicar algunas cosas que ella no comprende muy bien, como los retardantes, carretes filipinos, algunos dildos… La noto sus pómulos encarnados, mezcla supongo de vergüenza y excitación, pues el sitio morboso a tope, lleva a que solo puedas pensar en sexo.

Yo no es que sea un entendido precisamente, porque con mi esposa ni siquiera hemos utilizado ese tipo de juguetitos, pero vamos, siempre he visto algunos vídeos y diversas pelis porno que muestran cómo se usa cada cosa, aunque algunas de ellas realmente son muy nuevas para mí.

- ¿Has pensado en algo en concreto? - le pregunto de pronto.
- Pues no sé, algún disfraz para Fabiana, y algunas bromas, ya sabes, lo típico, para reírnos un rato. La verdad es que no tengo ni idea de qué comprar.

Yo me hago la inocente con mi tío con cada cosa que vamos viendo, llegando incluso a leer las instrucciones y asustarme con los usos de cada una, algo que a él parece resultarle chocante, pensando que estoy turbada con cada juguetito que veo. Naturalmente yo conozco perfectamente la mayoría de los objetos que hay en este establecimiento, de hecho utilizo a menudo unos cuantos, desde algún modelito erótico, pasando por diversos vibradores, dildos vaginales o los plugs anales, que me encantan y que uso jugando con mi novio muchas veces. Lo cierto es que soy una asidua de este tipo de utensilios, los suelo comprar por internet, aunque también visito sitios como este. De hecho, recuerdo cuando visité uno con mi madre, con la que tengo muchísima confianza y no se corta nada conmigo para estas cosas. Ambas nos divertimos y excitamos comprando de todo, recuerdo que fue un momento muy morboso y es que estos sitios es lo que tienen, encienden la chispa. Aquella vez fue muy divertida la experiencia acompañada de mi madre, que es por cierto muy liberal o avanzada en estos menesteres, llegando incluso a enseñarme algunas que desconocía. Mucho de mi conocimiento en estas artes, mi forma de desinhibirme o vivir placenteramente el sexo, se lo debo a ella, llegando a pedirle consejo que como madre y mujer madura me han ayudado muchísimo.
Sin embargo hoy, me desenvuelvo en mi papel de desconocedora del medio y miento a mi tío haciéndome la ingenua con ese tipo de cosas, algo que le sorprende en el fondo, pero quiero darle a entender que mi vida sexual está alejada de lo que él pueda llegar a imaginar.
- Este es enorme. - digo sujetando un vibrador de color rojo de tamaño medio.
- Bueno, debe ser de los normales. Los hay más grandes – responde mi tío.
- ¿En serio?, ¿Este tamaño es normal, tío? - pregunto poniendo mi mejor cara de susto.
Él no sabe cómo reaccionar ante mi sorpresa e intenta explicarme que el tamaño no importa e imaginando que mi confusión puede venir por un tamaño que él cree que no debe tener mi novio, sin embargo no es así, pues Jorge está más que bien dotado precisamente, pero mi tío se queda pensativo y eso me pone nerviosa y excitada a la vez. ¿En qué estará pensando?, pobre, ¿creerá que Jorge la tiene chiquitita?, si el supiera el pollón que tiene mi novio…

Lo cierto es que me sorprende que Andrea se asuste con ese tamaño, pues parece tipo standard, no quiero imaginar si ve alguno de los XXL. Por sus ojos de susto imagino que Jorge no es un portento en ese sentido, de ahí que ella esté tan sorprendida.

- Bueno, creo que es normal pero tirando a grande. – añado para que no se sienta incómoda.
Mi sobrina tiene sus carrillos encendidos y la sola idea de imaginar que no ha visto una dimensión como esa, me hace sentirme en primer lugar, orgulloso de mi herramienta, pues siendo digamos… “normal”, va a resultar que es mucho más grande que la de su novio… es inevitable que los hombres queramos competir en eso también… y además la idea me hace sentirme más excitado de lo normal.

Cada vez que pasamos por el mostrador de la tienda y dejamos algún objeto allí, el tipo no se corta a la hora de mirar descaradamente a mi sobrina, dirigiendo sus ojos de cerdo a sus tetillas o a su culo. Seguramente ella no es consciente de que ese hombre la esté devorando con los ojos y yo intento ponerme delante, incómodo con ese tipejo.

Me hace mucha gracia la manera en que mi tío me quiere proteger ante el hombre que atiende el sex-shop, pero en el fondo yo me muestro provocativa con él y me gusta ponerle cachondo, que me imagine desnuda, es lo máximo que va a soñar, en cambio sí que me gustaría que mi tío me desnudara y me lamiese cada centímetro de mi piel, eso sí que sería todo un sueño.
- Ay, mira, tito, ¿esto qué es? – le digo señalando un plug anal con cola.
- Ni idea. – dice él observando la caja del juguete.
Lo cierto es que me encantan los plug anales, los he utilizado muchas veces y he disfrutado de lo lindo con ellos en los juegos con mi novio mientras me folla y lo llevo puesto en mi culo como si tuviera cola de caballo. También lo llevo puesto por la calle muchas veces, bajo mi falda, produciéndome un placer especial al andar y especialmente al sentarme.
- Aquí pone que es anal. – señala mi tío señalando la caja
- ¿Para meter en el culito?
- Sí, eso parece, aunque es un poco grande, según veo.
- Y tanto, no imagino que mi agujerito posterior pueda albergar semejante tamaño. Nunca entró nada en él. – digo con mi morrito de niña buena.
Me divierte mucho excitar a mi tío e incluso mentirle en ese tema, pues naturalmente no soy virgen en mi culo y mi novio me ha partido en dos en múltiples ocasiones, pero me encanta parecer así de inexperta.
Estoy con una tremenda erección, por mucho que intento evitar que mi polla se endurezca, cada vez que mi sobrina hace un comentario de ese tipo, mi miembro se tensa irremediablemente bajo mi pantalón. El solo hecho de pensar en ese precioso culito y poder insertarle mi polla me hace sudar y temblar.

Hago lo posible por desterrar esos malos pensamientos y procuro que no se me note el nerviosismo, me sentiría fatal que ella me leyera la mente tan sucia pensando en su cuerpo, en sus tetas, en su sexo, en su culito virgen…

Seguimos viendo cosas y ella va comprando sin parar, supongo que no está controlando el gasto, pero una vez más yo le ayudaré en eso. Llegamos a la zona de ropa, lencería y disfraces. Tras ciertas dudas, Andrea se decide por un uniforme de gatita sexy para su amiga, que no es otra cosa que un traje de lycra “catwoman” de una sola pieza que será más que ceñido y una diadema con dos orejitas de gata. Lo mete en la bolsa junto con unos pintalabios en forma de polla, condones de diversos sabores, muñequitos, diademas con frases cachondas, el consolador que tanto le ha llamado la atención y el plug anal con una especie de brillante en la punta. Hemos conseguido llenar tres bolsas.

- Vaya, sí que os vais a divertir con tanta cosa – nos dice el tipo con una sonrisa socarrona.
- Bueno, en realidad… - intento explicar que no es para nosotros precisamente, pero pienso que nada le importa a ese hombre.
- Pues tenéis que probar mi última adquisición – añade ese cerdo. – os va a encantar.
- No, ya creo que tenemos suficiente – le digo serio.
- No tíito, a ver que es… - añade Andrea con su curiosidad de siempre, sin saber que el tío nos quiere empaquetar otro producto por la cara.

- Se trata de un dildo muy bien adaptado para la mujer, pero con las últimas tecnologías.

Me hace gracia de nuevo cuando el tipo nos enseña ese producto, pues precisamente me quedé con las ganas de comprarlo la otra vez cuando acudí con mi madre al sex-shop. Se trata de un pequeño consolador con una forma muy ergonómica para insertarlo en la vagina disimuladamente sin que se note absolutamente nada. Lo sorprendente y novedoso del aparato es que entra en funcionamiento con un chip alojado en su interior que se conecta a través de un Smartphone que otra persona puede apagar o encender a su antojo y a larga distancia, haciéndolo vibrar a distintas velocidades y precisamente tenía pensado usarlo con Jorge alguna vez. Me resulta muy atrayente, por su forma, por ser un juguete compartido y que puede hacerte temblar de gusto en momentos muy comprometidos, pero de seguro que enormemente morbosos y excitantes.
Cuando el tipo nos da todo tipo de explicaciones, de nuevo me hice la sorprendida tapándome la boca con ambas manos y mi tío se queda también sorprendido por esa novedad, que yo ya conocía, pero él parece que no.
- No, mejor, no. – comenta mi tío.
- ¿Estás seguro?, mira que tu chica estará a tu merced – añade el tipo señalándome de forma lasciva.
- ¡Nos lo quedamos! – afirmo sin que pueda rebatirme.

Aunque me intento negar a comprar más cosas a ese tipo que ya hizo bastante caja con nosotros en este día, lo cierto es que Andrea se ha encaprichado con el vibrador a distancia, seguramente para jugar con su amiga en la despedida de soltera y no puedo negarme una vez más a sus peticiones y menos cuando pone esa boquita como si me besara. Desde luego, por mi mente pasa la idea de que ese aparato pudiera estar alojado ahora mismo en la conchita de mi sobrina y que yo lo podría hacerlo vibrar cuando quisiera, eso debe ser algo más que morboso y tremendamente cachondo, pero me niego a seguir imaginando semejante cosa y el solo hecho de pensarlo me hace sentir fatal.

El tipo sigue pasando los códigos de barras de los innumerables artículos sin olvidarse de dar buenos repasos al escote de mi sobrina cada vez que esta se mueve sin darse cuenta de que el otro la devora.

- ¿Crees que le gustará el disfraz a Fabiana? - me pregunta en ese momento mi sobrina llena de dudas.
- Les gustará más a todos los que la vean de esa guisa por la calle - le respondo riendo.
- Ya, tienes razón. Igual es demasiado atrevido...
- Pues sí. Va a resultar más que atrevido.
- Bueno, no sé, es para una broma, quizá solo le obligamos a ponérselo en el restaurante, pero en la calle, no sé. No creo que se atreva.
- Bueno, pues se divertirán los comensales también.
- ¿Lo ves demasiado fuerte, tío? - me insiste mi sobrina haciéndome esa miradita con morrito tan suya.
- Bueno, deja poco a la imaginación, la verdad.... - añado.

Aunque los preparativos de la boda de Fabiana son ciertos y soy la encargada de comprar las bromas para la despedida de las chicas, ese uniforme de gatita salvaje que tengo en mis manos, no es precisamente para mi amiga, sino para mí.
- ¿Me lo podré probar? – digo con naturalidad.
- ¿Cómo? ¿Probártelo tú? – pregunta mi tío sorprendido
- Claro que puedes – el que interviene de pronto es el dependiente que está en ese momento detrás de nosotros y no quita sus ojos de mi culo.
- ¿En serio? – pregunto con una gran sonrisa volviéndome a él.
- Claro que sí, preciosa, en ese cuerpito debe quedar muy bien.
Ese piropo me gusta, pero casi más cuando veo la cara con que le mira mi tío a ese hombre, como si quisiera asesinarle.
- Bueno, normalmente no dejamos probar los disfraces pero si estás tan interesada y con tantas dudas… puedes meterte en esa cabina – añade el viejo verde sin dejar de devorarme con los ojos imaginándome vestida con el atuendo de catwoman.
- No creo que haga falta - interviene de pronto mi tío, entendiendo que el dependiente lo único que quiere es ver cómo me queda realmente ese disfraz, pero en el fondo yo a quien quiero mostrárselo es a mi tío.
- Sí, bobo, me lo pruebo y me dices. - insisto sin dejarle añadir nada más y metiéndome en uno de los cubículos que se usan para el visionado de películas porno.

No me gusta nada el hecho de que mi sobrinita se luzca ante semejante cerdo. Me quedo un instante observándole fijamente poniendo mi mirada más dura, para que se dé por aludido y se marche a sus quehaceres pero el tipo no se siente incomodado precisamente y en cambio sonríe encogiéndose de hombros quedándose a la espera de la salida de Andrea.

- Vas a tener una buena sesión. - añade el cabrón con una sonrisa socarrona.
- ¿Cómo dice? - le pregunto de forma seca.
- Sí, hombre, vas a tener buena fiesta con tu noviecita, la chica está para mojar pan y con todos esos juguetitos, vas a pasártelo en grande. Francamente, te envidio - añade dándome una palmada en la espalda con una excesiva confianza.
Justo en el momento en el que me dispongo a cantarle las cuarenta y ponerme como un energúmeno con ese tipo, se oye el pestillo de la cabina donde se ha metido Andrea y de pronto se abre la puerta. No puedo definir ese momento con una sola frase, pero podría decir en una sola palabra que mi sobrina está ¡Alucinante!

El disfraz de “catwoman” no es otra cosa que un mono ajustadísimo de lycra muy brillante y de color negro, de al menos dos tallas menos al que correspondería a su cuerpo, que hace que se ciña a su silueta de forma perfecta. En su cabeza lleva las orejitas que le dan un aspecto más inocente, pero el cuerpo que envuelve esa ceñida prenda es algo que impacta haciendo que mi sobrina se convierta en una diosa. No sé qué parte me gusta más de ese cuerpo, quizás los muslos ensalzados con unas botas de altísimo tacón, que llegan terminan bajo sus rodillas, o puede que el chochito remarcado haciendo un pequeño dibujo de su monte de venus que es tentador o seguramente el escote donde parecen querer salirse sus dos tetas apretadas en ese body ofreciendo la visión de un canalillo deslumbrante, además de marcarse su cintura de avispa con ese mono ajustado de cremallera frontal. Nunca había visto una cosa igual y no puedo reaccionar ante esa visión.

- ¡Ostras! - es lo primero que dice el dependiente nada más verme.
Miro a mi tío y está mudo, sin pestañear y con su vista clavada en mi cuerpo. Es un momento grandioso, me siento tan sexy, tan deseada, que mi chochito suelta unas gotas que noto como empapan mi tanga.
Supongo que en otro momento mi tío le hubiera dicho algo a ese hombre, pero creo que está diciendo lo mismo que él por dentro: ¡Ostras, ostras y ostras!
- ¿Me queda pequeño?, ¿demasiado ceñido? - pregunto girando sobre mí misma y mostrando mi culito redondo bien marcado por esa prenda tan ajustada. La fina tela se mete por mis glúteos, pudiendo notar la suave caricia que abriga mi piel y la forma en cómo se dibujan totalmente mis posaderas.
Hay un silencio que se mantiene durante largo rato, pero yo no dejo de sonreír, poner poses de lo más sugerentes y dando vueltas con mis brazos abiertos para que esos dos hombres disfruten de mi cuerpo. Prácticamente estoy desnuda, salvo que cubierta por una fina tela que se adapta a mi piel. ¡Me siento tan deseada!

- ¡Joder, estás preciosa, nena! – acaba diciendo el hombre que parece tan alucinado como yo.
- ¿En serio? – pregunta mi sobrina mordiéndose un dedo.
- ¿Bromeas?, superas mil veces a la chica que sale en la foto anunciándolo. – añade el tipejo.

Aunque no puedo más que pensar que tiene toda la razón del mundo y que Andrea es una de las mujeres más impresionantes que haya podido ver y con ese atuendo es increíble… me quedo mirando a ese depravado con cara de asesino, intentando incomodarle y creo que Andrea se da cuenta y para evitar males mayores decide no seguir con ese show que nos deja flipando.

Justo antes de que entre Andrea en la cabina, esta se da la vuelta y se fija directamente en mi entrepierna. Mis pantalones muestran una empalmada brutal y no es para menos, pero después ella me sonríe como si aquello fuera un juego. Observo al hombre y veo que también está con un bulto similar bajo su pantalón.

- Creo que es demasiado fuerte – añade ella viendo nuestros ojos desorbitados, volviendo a meterse en la cabina meneando sus caderas.

No puedo articular palabra, observando su culito y cuando consigo cruzar mi mirada con el tipo que atiende ese establecimiento nos decimos de todo pero sin decir nada, pues ambos hemos quedado en shock. Es lógico que se sienta atraído por semejante criatura, pero intento ser algo borde con él cuando insiste que voy a pasar un buen rato con la chica, ignorando, claro está, que se trata de mi propia sobrina. Cuando Andrea vuelve a salir de la cabina, esta vez ya se ha cambiado.

- ¿Entonces te lo llevas? – me pregunta sorprendido mi tío cuando ve que lo meto en la bolsa dispuesta a comprarlo.
- Creo que sí, nos vamos a reír un rato y a dar placer a más de uno. – añado mordiéndome el labio inferior de forma insinuante.
- ¿Estás segura? – me insiste.
- Claro que sí. A ti te he impresionado ¿no? - lo digo con seguridad de haberle dejado más que alucinado.
Está claro que la impresión ha sido mayúscula a tenor por ver sus caras y ambas erecciones bajo sus pantalones, inevitables, supongo y más que visibles.
- Bueno, de eso se trata, tío Pablo, de causar impresión y de divertirnos, al fin y al cabo es su despedida. Además en la cena sacaremos los globos, los condones, las diademas y todo eso. Si no conseguimos que se ponga el disfraz pues que lo use con su futuro marido.
Al fin salimos del sex shop cargados con dos bolsas y nos dirigimos al coche. Mi primer plan está saliendo a la perfección pues todo esto demuestra que mis sospechas no son infundadas, creo que el sex-shop me ha ayudado a confirmar eso y veo en los ojos de mi tío otra mirada diferente a la que le he visto otras veces
- ¿Me invitas a una cervecita? Estoy sedienta. - le preguntó cuando dejamos las bolsas en el maletero.
- Claro, preciosa. Yo también tengo sed. – añade, pues de la impresión debe estar sin poder tragar saliva y yo más que orgullosa de haberle provocado así.

Nos metemos en un bar cercano y nos sentamos en sendos taburetes frente a la barra. Ella cruza las piernas y me parece otra vez una vista impresionante de mi bella sobrina. Como siempre charlamos amigablemente de muchas cosas y es que siempre hemos tenido gran complicidad y buen rollo, a pesar de nuestra diferencia de edad. Nunca nos hemos puesto límites para charlar de nada, aunque somos de diferente opinión en algunas cosas, pero ciertamente, en la mayoría coincidimos.

- ¿Sabes una cosa, tío? Me he puesto un poco cachonda en el sitio ese. - me suelta de pronto.

Yo se lo tomo como una de sus bromas, pues siempre le gusta hacer chistes de ese tipo y yo le sigo la corriente.

- Te hablo en serio - sentencia al oír mis risas.
- Pero…
- ¿No me digas que tú no pones cachondo en un sitio así? Hijo, solo con ver tu cara y la del dependiente cuando he salido de la cabina…
- Bueno… es que… estabas realmente sexy, Andrea. – comento con cierto nerviosismo.
- ¿Viste cómo se notaba el bulto del pantalón del dependiente? Se ha empalmado al verme. – me dice con esa inocencia que no hace más que parecerme provocadora sin saber que yo también estaba con aquello duro a más no poder.
- No me fijé. – digo al fin, disimulando.
- Yo sí. No sé cómo explicarlo pero me he sentido muy deseada, tíito. Parecía estar en un show para vosotros dos y me gustaba verme admirada – añade ella con esa mirada ingenua y aunque ella no lo sepa, tan provocadora a la vez.
Aunque yo debo decirle a mi sobrina que no, que yo no la miraba con esos ojos, que ha sido solo su parecer, prefiero guardar silencio para no quedar en evidencia y opto por darle un trago a mi jarra de cerveza como si no la hubiese escuchado.

- Creo que es un sitio que tiene cosas muy interesantes ¿no te parece? – añade de nuevo con esa naturalidad.
- Sí, bueno… para eso es. Y tú lo has comprado todo. – añado ya que me ha dejado la tarjeta temblando.
- Es verdad tíito, pero es que me apetecía. La verdad es que hay muchos artículos que desconocía y me alegro haber entrado a un sex-shop por primera vez, igual me animo y vuelvo.

Después de varias de sus frases “incómodas” decido cambiar de tema y hablamos de cosas sin importancia, pero de pronto ella tras dar un buen trago a su cerveza me pregunta:

- ¿Te parezco guapa, tío Pablo?

Le echo una mirada de arriba a abajo y luego me quedo mirando sus grandes ojazos. Además de no quitarse de mi cabeza la imagen de Andrea vestida de gatita sexy, que durante unos segundos había inundado todas glándulas y neuronas, procuré ser ocurrente.

- Claro que sí, bebe, eres una mujer preciosa.

Mi tío ha tardado un buen rato en contestar, pero me gusta que haya habido ese silencio porque el hecho de no decir nada, lo dice todo. Por un momento me siento dichosa y más atractiva que nunca. Juego con un mechón de mi pelo viendo sus reacciones y todo mi plan está saliendo según lo previsto, no me equivoco en nada y el hecho de tener razón, hace que sienta un cosquilleo por todo mi cuerpo.
- ¿Y estoy buena? – añado jugando con mi dedo sobre el borde de la jarra de cerveza con cara de niña buena.
- ¿Cómo? – pregunta aturdido.
- Si, bobo, ¿que si te gusta mi cuerpo?
- Bueno, yo…
- No contestes como si fuera tu sobrina.
- Pero lo eres… casi una hija.
- Vamos, di lo que sientes. Imagina que soy una desconocida.
- Pues claro, eres impresionante.
- ¿Qué sentiste cuando me viste de gatita? – fui directa.
- Pues, yo…
- ¿Te excitó verme?
Mi tío ya no contesta, está algo incómodo y creo que estoy yendo demasiado deprisa y tengo miedo que mi plan se desmorone, así que decido no presionar para que todo se venga abajo.

Seguimos charlando animadamente y gracias a que mi sobrina ha cambiado de tema, porque por un momento me ha parecido que he quedado fuera de juego. ¿Habránotado realmente que estaba empalmado cuando la vi con aquel atuendo en el sex-shop?

Andrea permanece un rato callada, como si estuviera maquinando algo, por su forma de mirarme adivino a que va preguntarme otra de sus dudas.

- Oye tíito, ¿Y te puedo hacer una pregunta muy muy íntima?
- Pues claro princesa, tenemos confianza. – respondo seguro pero temeroso de sus nuevas dudas.
- Es que me da corte preguntar… es sobre sexo. – me dice poniendo cara de preocupación.
- Bueno, pues no será por las veces que hemos hablado de esto, cariño. - le contesto siempre con esa familiaridad que tenemos al tiempo que le indico al camarero que rellene por segunda vez las jarras de cerveza.

- ¿Qué tal con mi tía? – pregunta de nuevo Andrea.
- ¿Con tu tía? ¿A qué te refieres?
- Hijo, como os va en la cama…
- ¿Te refieres a nuestras relaciones sexuales?
- Sí.
- Pues bien.
- Pero hombre, sé más explícito.
- No te entiendo, hija.
- Pues qué posturas hacéis, sexo oral... y todo eso.
- ¡Andrea! - le interrumpo.
- ¿Te molesta que te pregunte eso?
- No, bueno, sí. pero…
- Otras veces hablamos de sexo y ¿hoy estas cortado? - me dice desafiante.
- Es que nunca me habías preguntado tan directamente.

Vuelve a producirse otro silencio cuando el camarero nos rellena las jarras, algo que le permite a mi tío Pablo, no sentirse acosado, pero mi idea es la de seguir con el juego y ver hasta dónde puedo llegar. Estoy viendo que mis sospechas no eran tan infundadas, pero tengo que seguir jugando fuerte.

- ¿Y bien? - insisto.
- ¿Bien, qué?
- Pues eso, tu vida sexual con la tía, pareces bobo… siempre me ha intrigado.
- ¿Te ha intrigado?
- Sí, es que no os imagino.
- Pues bien, normal, creo que como las relaciones normales de pareja, posturas variadas… Andrea, no sé a dónde quieres ir a parar. - comenta tomando un nervioso un trago de la espumosa cerveza.
- Te veo cortado.
- Bueno, no es para menos.
- Yo también lo estoy, pero, me gustaría saber si hacéis de todo, ya sabes.
- ¿De todo? Bueno, casi, jeje. – responde con apuro – no sé a qué te refieres.
- Si, bobo, por ejemplo… ¿tenéis sexo oral?, ¿Cómo lo hacéis?

Estoy alucinando con la conversación y aunque otras veces contamos chistes verdes o hablamos de sexo con naturalidad nunca habíamos profundizado tanto.

- ¿Quieres que te cuente cómo lo hago con tu tía?, Andrea, creo que has bebido más de la cuenta, jajajaja… - le respondo con una risa nerviosa como si realmente se tratara de una de sus bromas.
- No… bueno puede que sí, porque si no, no me atrevería a preguntártelo.

Por su cara, veo que no está de broma, precisamente. Intento responderle sin explayarme.

- Pues no sé, ella me la chupa y yo a ella, ya sabes… lo habitual en estos casos, ¿No?

Mi respuesta le deja pensativa, pero espero que no haya notado mi mentira, pues el sexo oral con mi mujer no ha existido nunca, a pesar de intentarlo en varias ocasiones, nunca quiso darme por ese gusto, ni siquiera que yo le chupase a ella. Solo lo conseguí una vez que estaba medio dormida y casi me parte la cara, así que se puede decir que nada de nada.

- Ya… entonces lo hacéis habitualmente…- contesta Andrea, mirando al suelo avergonzada.
- De vez en cuando…
- ¿Y eso cada cuánto es?
- Pero, dime preciosa ¿qué pasa?, ¿A qué viene tanta pregunta sobre eso?
- No nada.
- ¿Cómo que nada, Andrea?, hace tiempo que nos conocemos… todas estas preguntas y esa cara ¿Qué ocurre?
- Es que tengo curiosidad, nada más, pero entiendo que si no quieres contestar no lo hagas, es lógico.
- No, pero si te he contestado.
- Ya pero no me das detalles.
- Pero hija, es que yo…
- Dirás que estoy loca.
- No, mujer, pero es que esas preguntas.
- No pasa nada. Si te da vergüenza hablarlo conmigo, charlamos de otra cosa.

Mi tío está donde yo quiero y le conozco muy bien, sé que al emplear esa táctica retadora, es provocarle más.

- Entiendo que es algo íntimo, pero es solo curiosidad, hazte a la idea de que no soy tu sobrina y se lo cuentas a un amigo. - prosigo
- Bueno, esas cosas tampoco se cuentan a un amigo.
- Ya, pues imagina que yo fuera tu amante… por ejemplo.

Eso le vuelve a dejar aturdido, pero es la única manera de que no me cambie de conversación y responda a mis preguntas. Yo pienso en esa idea y me vuelvo loca con imaginar que realmente pudiera ser su amante y entregarnos al sexo continuamente como dos desesperados… ¿No sería fantástico ser la amante de este madurito tan atractivo? Yo me volvería loca. Estaría todo el día follando con él.

- De acuerdo, nena, te responderé, dispara – me dice al fin y yo no salto de alegría porque no quiero que se me note, pero me siento pletórica.
- Pues… por ejemplo… ¿la tía prueba tu semen? ¿se lo traga? - ataco de nuevo.

Mi tío está más que descolocado, pues a pesar de que muchas veces hemos hablado de sexo abiertamente, esto es demasiado directo para él, pero yo no me rindo.

- ¿Y? – pregunto impaciente.
- Pues sí, se lo traga. – responde muy bajito

Evidentemente he vuelto a mentir a mi sobrina, pero hay algo que me ha llevado a eso… y no sé por qué. Podría haberle dicho que no lo hacemos y mucho menos que mi esposa se trague mi semen, sin embargo, no sé por qué pero me apetecía mucho ver su reacción, me parece que ese juego inocente me da pie a que ella también se sincere conmigo. Intento, por otro lado, no parecer un anticuado.

Ella guarda silencio durante unos segundos y yo la miro con cierto disimulo pero sin poder borrar de mi mente su imagen con aquella vestimenta del sex-shop. Mi polla, lógicamente ha vuelto a despertar de su letargo y está tomando forma. Intento serenarme, para que la cosa no sea más comprometida y vea mi empalmada, pero de nuevo la imagen de Andrea vestida de con aquel escultural y ajustado mono es algo que me ha impactado y no creo que se me borre nunca. Ahora está ahí, frente a mí, igualmente sexy con esos pantalones blancos tan ceñidos, sus piernas cruzadas, sus sandalias de tacón y está arrebatadora. ¿Cómo será esa belleza desnuda?

- Entonces, ¿Se traga siempre tu semen, tío? - interrumpe mis pensamientos, impaciente.
- Esto… siempre no, sólo a veces, según le apetezca. –
- Ya… entiendo.
- Pero ¿me vas a contar por qué tanta intriga, Andrea? - le pregunto sujetando sus manos.
- No, nada, tío… es que yo no lo sé.
- ¿No sabes qué?
- Pues que nunca lo he probado.
- ¿El semen? – digo alucinado, pues eso me resulta extraño en ella.
- Schsssss - me hace bajar la voz mirando preocupada a su alrededor.
- ¿No has probado el semen? – vuelvo a preguntar esta vez más bajito.
- Pues no. ¿Tan raro es? - me regaña.
- Ya… Esto… no… ¿No te gusta tragarlo?… pero no pasa nada por eso. - añado.
- No, no exactamente, tío, es que Jorge no quiere.

- ¿Jorge no quiere que lo pruebes? - pregunto aún más contrariado, pues es algo inaudito en Jorge que parece siempre tan fogoso y tan puesto en todo. Siempre he imaginado que las relaciones sexuales entre ambos debían ser increíbles ¿Acaso a algún hombre normal no le gustaría ver como nuestra pareja engulle hasta la última gota de nuestra semilla?

- No y no es solo eso, es que ni siquiera me deja que se la chupe.
- ¿Cómo?, ¿Nunca se la has…?

Bajo la cabeza avergonzada, poniendo mi mejor cara de actriz intentando hacerle entender a mi tío que nunca he podido llegar a eso. Si el supiera que tanto a Jorge como a mí nos encanta el sexo oral, incluso tragarme hasta la última gota o que se corra en mi cara o en mis tetas… y que él me chupe mi coñito hasta hacerme correr como a una perra.

- No, tío, nunca se la he chupado - digo bajando la voz - ¿vamos a una mesa?
- Sí, claro. – me responde entendiendo que no estamos siendo muy discretos precisamente.

Nos sentamos y mi tío se siente algo cohibido, supongo que todavía no ha asimilado eso, al menos no debía esperárselo o quizás sea la propia conversación la que le tiene tan contrariado.

- Tío, perdona si he sido tan directa, te has quedado con una cara… - le digo sonriente.
- No, cariño, perdóname tú por mi sorpresa, bueno… sí, la verdad me has dejado descolocado, pero no pasa nada, somos familia, lo que pasa es que no estoy acostumbrado a que me hagas ese tipo de preguntas
- Ya, supongo que esto debería hablarlo con una mujer… con mamá o con la tía, por ejemplo.
- ¿Con tu tía? No. Ni loca.- responde categórico.
- Sí, creo que igual no debo hablar esto contigo… quizás con mamá.
- No, cariño, no quiero que te quedes sin preguntar, es solamente que estoy algo impactado por las preguntas.
- No, la culpa es mía. Creo que no debí preguntar... y sé que mamá también me ayudarla con esto, pero no sé, contigo tengo siempre esa confianza… pero no pasa nada.
- Sí, sí qué pasa y sí que puedes preguntar, ¿empezamos de nuevo?

Mi tío ha caído en la trampa y le tengo en la palma de mi mano, espero poder seguir llevando las riendas sin perder el control.

Es curioso que Andrea acabe teniendo más confianza conmigo que con su propia madre para estos temas y seguro que mi hermana sabe responderle a sus dudas pero creo que Andrea siente una confianza especial conmigo y yo me veo en la necesidad de ayudarla a despejar esas dudas.

- A ver, cuéntame, qué te sucede en ese tema. ¿Te tiene preocupada?
- Bueno, un poco… digamos intrigada.
- Ya.
- Verás, es que Jorge es muy raro para eso, bueno para muchas cosas. – añade mi sobrina bajando la cabeza.
- Pues nunca lo hubiera imaginado.
- ¿Ah no?
- No, pensé que vuestra vida sexual era de otra manera.
- ¿Qué imaginaste?
- Nada en concreto, pero no precisamente que Jorge no desee que le hagas una chupadita, me resulta extraño, porque a casi todos los hombres nos encanta que nos chupen… ahí.
- Ya, eso pienso yo… y leo un montón de relatos eróticos y es lo más normal.
- ¿Relatos?... ¿Eróticos?
- Sí. - dice enrojeciendo. Su belleza resalta más cuando se pone como un tomate.
- No pasa nada, Andrea, que yo también los leo, ¿eh? Y alguna peli porno también. – añado envalentonado para que se sienta más tranquila.
- Yo las pelis alguna vez, pero lo que realmente me pone muy cachonda son los relatos eróticos.
- Sí, hay algunos muy excitantes.
- Sí y en todos las mujeres se la chupan a sus parejas, muchas se lo tragan… últimamente las busco más explícitas y estoy un poco obsesionada con el tema. Casi todos los relatos muestran con mucha naturalidad el sexo oral, tanto cuando ella se lo chupa a él como al revés.
- Pero… entonces… ¿Él tampoco te ha chupado a ti…? - digo y al mismo tiempo dirijo inconsciente mi mirada a su entrepierna pensando en lo absurdo que puede ser que su novio no esté todo el día comiéndole todo.
- No. - responde avergonzada, jugando con sus dedos nerviosamente.

En ese momento mi polla da un brinco bajo mi pantalón. Creo que nunca antes me he sentido así de cachondo hablando con mi sobrina, pero es que este día está resultando muy extraño y no sé por qué, a pesar de querer evitarlo, vuelvo a tener la imagen de esa gatita mirándome de aquella forma y aquel cuerpo bestial. El caso es que mi verga está en ristre y ha dejado de estar en plan morcillona para pasar directamente a su máximo estado de dureza, tanto que me molesta bajo el vaquero. Por un momento veo que Andrea mira hacia mi paquete, como si se percatase de lo que sucede allí abajo o quizás son figuraciones mías. Me siento cortado. Joder, ella me hablaba de un problema y yo… ¿Me estoy poniendo cachondo?

Por un momento yo misma me estoy creyendo mis mentiras y pongo mi cara más compungida o avergonzada que puedo y él parece estar creyéndoselo del todo aunque lo mejor es que noto que esto le pone además de nervioso, muy excitado.

- A Jorge siempre le ha dado mucho asco. – añado con mi vista clavada en el suelo aunque a veces la subo para ver ese paquete bajo su pantalón que parece más abultado de lo normal.
- Pero, ¿Nunca lo habéis intentado? – pregunta intrigado.
- No, nunca, alguna vez se lo he pedido, incluso casi a traición, pero acaba enfadado conmigo y dice que le parece una cerdada, qué cómo se me ocurre semejante cosa. Ni cuando le ruego que me apetece chupársela a él y probarlo, pero se niega en rotundo.
- Vaya, no sé qué decirte, Andrea, supongo que en el resto ¿funcionáis bien?… sois muy jóvenes y siempre pensé que… tú y Jorge…
- Pues no. Yo también pensé al principio que todo era lo normal, pero leyendo los relatos, muchos basados en hechos reales, están muy alejados de lo que yo quisiera. La gente en los relatos hace el amor continuamente y prueba muchas cosas.
- Bueno, son relatos…
- Ya, tampoco es estar follando todo el día, pero leyendo tantos, alguno habrá que pueda ser de verdad.
- Claro, hay muchos reales.

Me sigo creyendo mi propia mentira y me encanta ver las reacciones de mi tío que parece flipado con mi supuesta confesión.

- Pero ¿quieres decir que tú y Jorge no lo hacéis a menudo? – me pregunta mirándome fijamente a los ojos.
- Bueno, no sé qué es para ti a menudo.

Mi tío no debe ni sospechar que mi novio y yo follamos de todas las formas imaginables y hacemos de todo a diario, pero yo quería seguir pareciendo una mojigata y casi inexperta en el tema.

- Por ejemplo ¿Tú y la tía cada cuanto lo hacéis?

La pregunta me descoloca nuevamente pero yo vuelvo a mentirle, haciéndole entender que mis relaciones íntimas son de las habituales, cuando realmente son demasiado ocasionales.

- Pues dos veces por semana o tres… depende. – contesto.
- Ah, vaya. ¡Qué bien!
- ¿Y vosotros? – le pregunto realmente intrigado.
- Pues… no tan a menudo, pero bueno, en el sexo, supongo que tenemos mucho que aprender.
- Claro, mujer. – le digo yo animándola. – sois muy jóvenes.
- Eso pienso yo…

Me sorprende realmente que mi sobrina no tenga más relaciones con su novio, pues yo daba por hecho que eran asiduos al sexo, viéndoles siempre tan acaramelados, llenándose de besos, caricias y gestos que indicaban a que su vida íntima parecía ser más que ardiente, pero veo que rotundamente no.

- Lo importante es ir conociendo a la pareja y poco a poco… - insisto con mis ánimos quitando importancia al tema de la frecuencia.
- Ya. – responde pero se ve que no lo hace convencida.
- Por lo del semen, no te preocupes que a muchas parejas no les gusta.
- ¿En serio? o ¿lo dices para consolarme?
- No cariño, es así.
- ¡Pero si hasta la tía se lo traga! – me responde protestando poniendo ese ejemplo como el más extremo, que no se debía esperar de mi esposa y lógicamente no está nada desencaminada.
- Bueno, digo que depende de la gente. Tu tía se lo traga, pero no siempre – intento quitar hierro al asunto.
- No sé tío. Eso de probar el semen, al menos intentarlo, me parece que es lo natural, al menos me gustaría hacerlo.
- Ya, es raro eso que dices del semen, que ni siquiera Jorge te haya dejado probarlo una sola vez, aunque alguna vez habrás tenido oportunidad de verlo y probarlo, aunque no sea con una mamada. – soy yo ahora el que lanza preguntas directas bastante intrigado, por cierto.

Andrea pega otro trago a su jarra de cerveza, mira un par de veces al suelo, algo avergonzada, antes de contestar con más decisión.

- Es que casi no he visto nunca el semen en vivo, salvo en películas o dentro del condón.
- ¿Con condón?
- Pero… tú y Jorge… ¿Usáis condón?
- Sí, lo hacemos siempre con protección. ¿Vosotros no?

Le estoy disparando fuerte a mi tío, sabiendo que esta conversación le tiene realmente intrigado, ahora con la idea de que mi novio solo quiere con condón, aunque evidentemente es otra gran mentira pues mi chico y yo nunca utilizamos gomita y se corre dentro de mi coño, en mi boca, en mi cara, en mis tetas, dentro de mi culo… vamos que de semen voy bien servida por todas las partes de mi cuerpo.

- Entonces, tío, ¿Te corres dentro de ella? – pregunto pasando mi lengua por mis labios.
- Sí, claro.
- Vaya. Eso tampoco sé lo que es… es que Jorge no quiere que yo use la píldora, ni que hagamos la marcha atrás. Siempre con preservativo. Y cuando acabamos de echar un polvo, luego él mismo lo tira a la basura. Te juro que no sé ni cómo huele. Luego leo los relatos, con esas chicas llenas de chorros por su cara, su cuerpo, cómo se lo tragan, como disfrutan con su sabor y digo si será algo raro… el caso es que no puedo evitar excitarme cuando lo leo.

Al tiempo que digo eso, juego con un mechón de mi pelo, en una pose inocente pero marcada por un erotismo sublime que sé que a mi tío le tiene que poner y mucho. Él además sigue intentando asimilar algo que no debía sospechar y espera a que siga desvelando mis más íntimos secretos.

- ¿Tú lees esas escenas de corridas en la cara o cuando las chicas se lo tragan? – le inquiero.
- Sí, claro, son siempre muy excitantes y lo de tragar, pues suele gustarnos más a nosotros que a vosotras, según creo dicen las estadísticas.
- O sea, ¿que no a todas les gusta tragarlo? – le pregunto.
- Creo que hay de todo, no sabría decir el porcentaje, pero sé que es alto en el placer de los hombres por ver a su pareja tragárselo. Luego hay mujeres que odian que se corran en su cara, en cambio a los hombres nos suele gustar eso mucho, pero bueno, supongo que esto va con cada persona.

- Pero a ellas también les gustará… yo al menos veo en los relatos que sí.
- Bueno, supongo que sí, pero habrá de todo como en botica.
- A mí me excita mucho cuando en algún relato se describe cómo sale disparado el semen del chico, con esa potencia como si fuera una fuente blanquecina que es como una botella de champagne. ¿Sale así de fuerte en realidad?

Mi sobrina ya no para, se limita a hacerme preguntas que quizás yo debería debía haber obviado o desviado a otra conversación, pero en el fondo estoy interesado en sus respuestas y bastante más excitado de lo que yo mismo hubiese deseado.

- Sí, sale disparado, no siempre con la misma potencia, depende del día y de muchas cosas, pero normalmente sí, con bastante fuerza. - le apunto.
- ¿A ti te sale muy disparado, tío?
- Pues sí. Casi siempre – esta vez no miento, porque eso es totalmente cierto.
- Vaya, que envidia… tiene que ser algo bonito de ver.

Joder con mi sobrinita, está hablando de mis erupciones y que le da envidia de no poder verlo… Mi empalmada es ya más que molesta. Quiero moverme con disimulo, pero no quiero que ella lo note. Ella baja la cabeza y juega con sus dedos nerviosamente.

- ¿Estás bien? – le pregunto al verla pensativa.
- Sí, tío, pero es que todo esto me tiene trastornada, es ya obsesivo el tema. Espero no incomodarte con mis intimidades.
- No, tranquila. Para eso estoy.
- Gracias guapísimo, me estás ayudando mucho a despejar esas dudas, pero es que, no sé, me siento extraña por no haberlo hecho nunca… ya sabes. Jorge fue casi mi primer novio y los anteriores no fueron muy lanzados en eso...
- Bueno, no te angusties.
- Ya, pero no lo puedo remediar. Últimamente ya no paro de leer relatos sobre el tema y me veo más rara todavía.
- Bueno, pero no tengas prisa por eso, mujer, sois muy jóvenes, tendrás tiempo. Supongo que eso se hace poco a poco- le sigo animando, aunque no sé si lo consigo.
- Claro. - responde ella pero con poco convencimiento.

Al final decidimos dar por finalizada la conversación, pues se nos han acabado las cervezas y mi tío no quiere beber más, ya que tiene que conducir. Llegamos al coche y una vez más muevo mi culo de manera provocativa para que lo observe cuando entro. En ese instante me vuelvo y veo sus ojos clavados en mi trasero. ¡Me encanta esa forma de mirarme!

- Tío, perdóname. – le digo.
- ¿Por qué, princesa?
- Por volverte loco con ese tema mío. Dirás que soy una guarra por pensar y hablarte de estas cosas.
- ¿Cómo puedes pensar eso, bebe?
- No sé, pero creo que igual la culpa es mía por no ser lo suficientemente activa o por no plasmar toda mi sensualidad con Jorge – digo representando mi mejor papel de compungida.
- No pienses eso, cariño, tú eres alguien muy especial, ¿cómo va ser culpa tuya?, eres muy sensual.
- ¿En serio? Gracias, tíito – añado dándole un beso en el dorso de su mano que atrapo entre las mías. - Me siento muy a gusto contándotelo. – añado y es cierto el haber disfrutado con la conversación aunque casi todo fuera incierto.

El trayecto en el coche hasta mi casa se hace en silencio pero yo creo haber ganado mi primera batalla y sentirme mucho más cerca que nunca de mi tío, como si la complicidad y los secretos hubieran roto esa barrera invisible pero insalvable hasta entonces, esa que siempre nos ha mantenido guardando la distancia. ¿Realmente será así? ¿Habré abierto alguna puerta a la esperanza con mi tío?

Al fin llegamos a casa y no quiero perder la oportunidad de poder seguir avanzando.

- ¿Te apetece una última cervecita en casa, tío? – le pregunto.
- No, cariño, es muy tarde.
- Vamos, tengo una de malta tostada, muy rica. La compré especialmente para ti. Además Jorge no está. Hoy está trabajando hasta tarde.

Sé cuánto le gusta la cerveza a mi tío y esa especial que he comprado sabía que no la iba a rechazar. Aunque creo que lo que le ha animado es saber que Jorge no está en casa. Creo que mis sueños me juegan malas pasadas y solo veo cosas que quiero ver.

- No puedo beber mucho. – añade reticente.
- ¡La compartimos, venga! – le animo.

Subimos a casa y él se sienta en el sofá. Traigo la botella de cerveza de la cocina y desde la misma botella pego un trago poniendo mis labios bordeando el orificio haciéndolo con toda la erotismo que puedo para luego ofrecérsela y que sea él quien pegue otro trago. A continuación vuelvo a arrebatarle la botella y le doy yo otro, disfrutando del sabor frio de la cerveza pero sobre todo de su saliva mezclada con la mía. Estoy más que cachonda con esta situación y mi cuerpo se despendola.

Lo de compartir cerveza ya lo hemos hecho en otras ocasiones, pero esta vez Andrea me parece tan sensual, tan increíblemente deseable… que estoy embobado, tanto que en un choque fortuito de nuestras manos, la botella se le cae de la suya y todo el líquido sale disparado empapándome los pantalones.

- Uff, vaya. – digo levantándome pero sin poder evitar que el líquido haya impregnado toda la pernera dejándome una gran mancha en la entrepierna.
- Oh, vaya, perdóname tío, ha sido culpa mía.
- No, tranquila, no pasa nada, ya se secará.
- No, no puedes quedarte así, sácatelos. – me dice.
- ¿Cómo?
- Sí, hombre, quítate los pantalones y los aireo con el secador de toallas.
- Pero yo no…
- Que no me voy a asustar por verte en calzoncillos…

Se la ve tan segura, que no sé qué pensar, pero no puedo negar que tampoco pasa nada por eso, al menos nada de lo que ella deba asustarse, aunque en estos momentos yo me asusto de mí mismo. El caso es que no quiero parecer un retrógrado y me despojo del pantalón, entregándoselo.

Nunca imaginé que el plan saliera tan bien, ni que él no hubiera notado que la botella no se me cayó de forma accidental precisamente. Se le ve ciertamente apurado por la situación y sobre todo por haberse quedado en paños menores, que aunque otras veces le he visto en bañador, esta vez percibo que hay algo de tensión acumulada. Me recreo unos segundos viendo su bulto bajo sus bóxer. ¿Cómo será la verga de mi tío? Seguramente no será tan grande como la de Jorge, pero me da igual, es la que deseo en este momento.

- Te noto incómodo – le digo, mientras intento limpiar la mancha de los pantalones con un trapo seco antes de darle al colgarlo del secador.
- No… bueno, ya sabes aquí en calzoncillos… jeje.
- No me voy a asustar, tío, tranquilo. Ni aunque tuvieras una erección.

Esa frase es contundente, pues mi tío se queda algo más cohibido, creo que está enrojeciendo. Yo sigo pletórica con mi urdido plan.

- Bueno, no creo que me pase eso, tranquila.
- Tampoco ocurre nada si pasa, ni será la primera vez.
- ¿Qué tenga una erección? – pregunta sorprendido.
- Sí, hoy, digo.
- ¿Cómo hoy? – vuelve a cuestionarme confuso.
- Claro, como la que tuviste en el sex-shop cuando salí de la cabina con el mono negro ajustado.
- No, no es cierto, Andrea.
- Vamos, tío, que no pasa nada, de verdad.
- Es que no es cierto – niega lo evidente.
- Tío, lo he notado. Vi claramente tu erección y la del dependiente.

Cuando me dispongo a rebatirle que eso no es cierto y mi apuro va en aumento, mi sobrinilla parece divertirse con mi situación apurada. Se lleva mis pantalones para secarlos y me deja allí en calzoncillos y ciertamente cortado, dándole vueltas a la cabeza.

- De verdad, que no pasa nada tío, es una reacción normal en un hombre, ¿no? – me dice desde la puerta de la cocina.
- No fue el caso, Andrea, te lo aseguro. – digo aunque me da la impresión de que no soy muy convincente
- Bueno, no pasa nada, voy a colgar los pantalones en el secador y traigo otra cerveza mientras se secan. Es una pena que se haya desperdiciado. – dice sonriente y quitando importancia a mi apuro.

La situación pasa por ser entre cómica y extraña, pero además altamente excitante. Estoy en calzoncillos en el apartamento de mi sobrina y ella juega conmigo, porque sabe que estoy mintiendo y me ha visto claramente empalmado, pero yo lo niego.

Regreso al salón con una nueva cerveza que compartimos igualmente, me gusta saber que pasa de mi boca a la suya y viceversa. Mientras, seguimos charlando de cosas banales, pero siempre que puedo incido en volver al tema sexual, que ha estado presente todo el día.

- ¿Sabes una cosa, tío? – le digo sentándome a su lado y observando con cierto descaro el bulto de su calzoncillo.
- Dime preciosa. – responde arrebatándome la botella para dar un trago.
- Pues estoy pensando en quedarme el uniforme de catwoman para darle una sorpresa a Jorge. ¿Qué te parece?, ¿Crees que le seduciré?
- Bien… esto… claro. – responde, aunque tose impactado con mi nueva sugerencia
- Lo tengo decidido. Desde que aparecí hoy en el sex-shop y vi vuestras caras y vuestras… bueno eso. – añado señalando el bulto de su calzoncillo haciendo hincapié a la erección que él niega continuamente.

Mi tío me mira como queriendo justificarse pero mi sonrisa y mi mirada a su paquete, le obligan a tener que callar y acatar.

- ¿Le gustará? – insisto.
- ¿Cómo no le va a gustar? ¡Le vas a encantar!
- A ver si consigo volverle loco y que me deje chupársela de una vez. –añado y me meto la botella más de la cuenta en la boca haciendo como si lamiera un glande.

Después me levanto meneando mis caderas para ver cómo se están secando los pantalones, no sin antes volver a ver los ojos de mi tío clavados en mi culo.


Evidentemente mi sobrina no es consciente de todo su potencial sexual, creyendo la pobre que no es lo suficientemente sensual, cuando desprende erotismo por cada poro de su piel, por cada curva de su cuerpo, por cada movimiento que ella debe hacer inconscientemente pero que para mí y para el resto de mortales es toda una invitación a pecar aunque sea de pensamiento. Ella dice que no sabe si va a poder seducir a su chico, pero no es consciente de que con esa vestimenta levantaría hasta los muertos. Estoy alucinado con esta chica, ella está apurada con su problema y quiere depositar toda la confianza en mí, mientras que yo solo me fijo en sus gestos cargados de erotismo y la atracción hacia ese cuerpo tan endiabladamente perfecto.

Sus conversaciones son las de una chica inexperta que le pregunta a alguien de mucha confianza, como soy yo, casi digamos que su padre y en cambio por mi cabeza solo pasa la imagen de Andrea seduciéndome. ¿Qué me está pasando?, ¿Por qué me comporto como un obseso?

Estoy jugando a ganar y aunque hago alguna improvisación sobre la marcha, todo sale según lo previsto. Me meto en mi cuarto, pero en lugar de ver cómo van los pantalones de mi tío, pienso que es buena idea volver a seducir a mi tío con el ajustadísimo mono de catwoman que tantas buenas impresiones ha causado. Si no noto un brillo en sus ojos, un deseo claro en sus gestos o acciones, es porque estoy loca de remate pensando que ve en mí algo que yo deseo y no deja de ser mi propia imaginación. Tengo que comprobar eso por mí misma y además me apetece mucho hacerlo… Creo que las cervezas que hemos tomado me han dado un pequeño impulso para seguir con esto. Espero que mi tío también se lance algo más de lo que ha hecho hasta ahora.

Me despojo de la ropa y me miro unos instantes en el espejo. Aprovecho para ver mi cuerpo desnudo y descubrir por la dureza de mis pezones y la humedad de mi rajita, lo tremendamente cachonda que estoy. ¡Cómo me gustaría sentir el cuerpo de mi tío desnudo detrás de mí! Me encantaría oírle decir lo mucho que me desea o las ganas que tiene de enterrarme su verga en mi húmeda conchita. Suspiro con esa idea.

Decido ponerme al fin ese uniforme sexy, sin ropa interior y al notar la fina tela rozando directamente mi piel, descubro como se adapta a mi cuerpo como un guante. Me miro de nuevo y veo el reflejo de una mujer que tiene que levantar pasiones. Me calzo las botas de altísimo tacón, me pongo la diadema de orejitas sobre mi pelo y camino decidida hasta el salón con un movimiento exagerado de caderas marcando el sonido de los tacones sobre la madera.

Nada más aparecer la cara de mi tío es el reflejo de puro deseo, no hace falta que diga nada, pero parece que se ha quedado con la boca abierta. Estaba en ligeras dudas, pero ahora al verle no hay ninguna, le pongo a cien con este atuendo.

- ¿Entonces, crees que Jorge se excitará al verme, tío? – pregunto juntando mis piernas en un leve movimiento aparentemente inocente y acercándome mucho a él, tanto que sentado sobre el sofá, sus rodillas tocan las mías.

Me imagino que desde ahí abajo, mi tío tiene una buena visión de mi cuerpo con ese disfraz que es una fina tela dibujando mi silueta. Mi coño se remarca en la tela y mis pezones también. Se humedece los labios antes de soltar sus primeras palabras.

- Pero Andrea. – dice con cierto tartamudeo.
- Vaya, veo que sí que es excitante – añado señalando sonriente el bulto que ha crecido ostensiblemente bajo sus bóxer.
- Esto… yo…
- ¿No decías que no se te pone dura conmigo? – añado señalando su bulto más que evidente bajo sus calzoncillos.
- ¿Cómo?
- Sí, tío, ya no puedes disimular más. – digo volviendo a señalar a la tienda de campaña que forman sus calzoncillos.
- Creo que ha sido un acto reflejo.
- Tío, no tienes que disculparte, a mí me encanta la idea de causar esa sensación. – añado y luego lamo el dorso de mi mano como si fuera una gatita buena acicalándome.

La aparición de Andrea con ese uniforma ha sido un impacto tremendo que me ha cogido por sorpresa e inevitablemente ha logrado despertar de su letargo a mi polla que se ha puesto dura al instante, bajo mi calzoncillo. Su papel de gatita mala hace que exista aún más morbo alrededor. Ella lo hace como un juego, pero para mí representa el pecado andante.

No sé cómo actuar en ese momento, supongo que lo más normal es cortar por lo sano y decirle a mi sobrina que está equivocada, que esto no es una erección, pero ¿realmente puedo rebatir esto? Mi polla está para reventar y no puedo disimularlo.

- Lo siento, Andrea – digo completamente aturdido por la belleza y las sorpresa de mi sobrina vestida con aquel ajustado mono.
- Jajajaja, no seas bobo, tío… es normal que te pase eso.
- Bueno, normal no sé.
- ¿No es normal que se te ponga dura viendo a una chica sexy? - me pregunta insinuante.
- No, claro, sí, o sea… eres mi sobrina Andrea.
- ¡Con más motivo! Si he logrado que se te ponga dura a ti, creo que también lo conseguiré con Jorge.
- Seguro. – respondo intentando tapar con mis manos el bulto que sigue evidenciándome.
- A ver si con este modelito consigo que me deje chupársela – añade mordiéndose una uña de forma que me parece lasciva. – ¡tengo tantas ganas…!
- Espero que lo consigas, cariño.
- ¿Se me nota el tanga? – pregunta poniéndose de espaldas y acariciándose el culo con ambas manos.
- No, no se nota, absolutamente nada. – respondo admirando la redondez absoluta y perfecta de sus posaderas.
- Claro, ¿cómo se va a notar si no llevo nada debajo?, jajaja…. – añade traviesa y se vuelve viendo mi cara de alucine.

En el fondo me siento apurado, pero sigo viendo en ese cuerpo la lujuria por todas partes, su cuerpo tan bien moldeado adaptado por esa tela que es una segunda piel, noto su rajita remarcada con la presión de la tela y además ahora con más intensidad sabiendo que está desnuda bajo esa fina tela.

Me encanta ver esa cara de apuro de mi tío, su erección que es más que clara y su excitación va en claro aumento, no sé si a mí se me nota tanto, pero mis pezones parecen querer romper la tela. En ese momento, sin que él pueda reaccionar, me decido por sentarme sobre su regazo en el sofá.

Inmediatamente mi culo se posa sobre ese bulto enorme para a continuación darle un beso aparentemente fraternal en la frente.

- Gracias tíito. – le digo abrazada a su cuello y pegando mis tetas para que el canalillo se queda a pocos centímetros de su boca.
- ¿Por qué? – pregunta aún más apurado sintiendo como su dureza roza mis glúteos.
- Por ayudarme siempre… eres un cielo.

En ese momento muevo mi culo rozando el paquete que ya se ve enorme y que me encanta sentir ahí y luego le planto un piquito en los labios. ¡Qué cachonda estoy!

De pronto mi tío me empuja, sabiendo que estoy sobrepasándome y logra que me tambalee, pero consigo ponerme de pie, él sigue tapando su bulto y sale corriendo del salón hacia mi cuarto para ponerse los pantalones.

- ¿Te has enfadado tío? – le pregunto preocupada acercándome tras él.
- Andrea, no me gusta nada esto – me dice poniéndose los pantalones apresuradamente pero sin dejar de observar mi cuerpo de arriba abajo con esa fina tela que lo cubre.

Estoy excitadísima y dispuesta a lo que me pida en este momento. ¿Cómo es posible que ahora él esté asustado? ¿Cómo no se lanza sobre mí y me quita este mono ajustado?

- ¿Qué es lo que no te gusta?, ¿mi uniforme, tío o el estar tú en calzoncillos… empalmado?
- ¡Andrea, basta! Soy tu tío…

Su voz suena enérgica, como cuando hago algo malo y yo me siento un poco ridícula con todo el lío. Cuando me quiero dar cuenta mi tío ha salido prácticamente corriendo de casa. ¿Me habré pasado?

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