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sábado, 28 de mayo de 2022

La importancia del tuteo (Humor)

Humor sano, humor del bueno, humor con gramática y humor inteligente, con el cual podemos aprovechar a entender cuál es la importancia del tuteo.
Encontré este chiste corto en Facebook y lo comparto con ustedes para traerles humor y cultura a este blog que cada vez toma más prestigio gracias a los cientos de visitas que recibimos día a día.... Ojalá compartan y esas cientos de visitas se vuelvan miles. TÚ, sí, TÚ, puedes ayudarme compartiendo en tus redes sociales! (Queda mucho mejor que decir "Usted puede ayudarme compartiendo en sus redes sociales")

La importancia del tuteo (Humor)

La importancia del tuteo (Humor)

¿Saben cuál es la diferencia que existe entre 'tú' y 'usted'?
Este ejemplo ilustrará muy bien la diferencia:
El director general de un banco se preocupaba por un joven director estrella que después de un periodo de trabajar junto a él, sin parar nunca, ni para almorzar, empieza a ausentarse al mediodía. Entonces, el director general del banco llama al detective privado del banco y le dice: 'Siga a López una semana entera no vaya a ser que ande en algo malo o sucio'.
El detective cumple con el cometido, vuelve e informa:
'López sale normalmente al mediodía, toma su coche, va a su casa a almorzar, luego le hace el amor a su mujer, se fuma uno de sus excelentes habanos y vuelve a trabajar'.
Responde el director:
'Ah, bueno, menos mal, no hay nada malo en todo eso'.
Luego, el detective pregunta:
'¿Puedo tutearlo, señor?'
Sorprendido, el director responde: 'Sí, cómo no.'
Entonces, el detective le dice: 'Te repito: López sale normalmente al mediodía, toma tu coche, va a tu casa a almorzar, le hace el amor a tu mujer, se fuma uno de tus excelentes habanos y vuelve a trabajar'
¡¡¡VIVA LA GRAMÁTICA!!! ¡¡¡VIVA EL HUMOR!!!
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Relato erótico : la visita del compadre

Llegó el día de la visita del compadre, mandamos a los hijos a casa de la hermana de Gaby para atender bien al compadre. Llegó por la mañana temprano y se fue a su oficina a pasar los reportes a sus jefes, por la tarde llegó como a las siete con dos six de cerveza y una botella de tequila 7 Leguas que es el que me gusta.

Hola compadritos que gusto me da verlos, le daba un abrazote a Gaby con dos besos en sus mejillas, me da mucha pena darles la guerra de quedarme aquí y se los agradezco mucho. Estás en tu casa, Gaby traía una botana de Quesos con carnes frías, papitas, cacahuates las copas para el tequila y las cervezas. Mi esposa traía un vestido corto y pegado a su cuerpo, cuando se agachó a servir las copas el vestido subió los ojos de mi amigo se fueron directo a las nalgas.

Nos platicaba que están felices en Aguascalientes que en general les ha ido muy bien. ¿Cómo vas con Laura?… Muy bien gracias a los consejitos de Gaby se ha vuelto más sexy, ahora tiene una colección de micro ropa interior que me pone loco y fantaseamos bastante de tener sexo con otro, hasta le compré un consolador que lo usa deliciosamente, pero no ha ocurrido nada.

Las copas de tequila corrían rápidamente mientras platicábamos de todo, Gaby fue por más botanas agachándose a recoger los platos de la mesa de centro se fue a la cocina con un delicioso movimiento de nalgas, mi compadre no le perdía la vista y me comentó:

Que buena está tu mujer y que panocha tan rica tiene, ¿tú crees que me la quiera enseñar de nuevo?… Claro ¿Si tú estás de acuerdo?…

Si te doy chance de coger con mi esposa ¿tú me dejarías coger con Laura?… Claro que sí es una fantasía que tengo muy arraigada y deseo mucho ver, como otro tipo le mete la verga. Con la plática los dos la teníamos tiesa.

En eso Gaby llegó a la sala nos preguntó de qué platican: Nada que Rogelio me está pidiendo permiso para que le enseñas la panocha, yo le dije que por mí no hay problema si tú sé la quieres mostrar. Jejeje. Ay compadrito que vamos a hacer contigo siempre estás de cabrón, dime ¿qué quieres?… Que me la enseñes de nuevo comadrita desde ese día no paro de hacerme pajas a tu salud.

¿Te gustó?…

Mucho no la puedo borrar de mi mente mira como me tienes, nos mostraba un bultote en su pantalón, ¿me la enseñas como la otra vez?…

Si mi esposo quiere y te portas bien tal vez…

Compadre ¿verdad que estás de acuerdo?…

OK. Pero recuerda el pacto que tenemos…

Ayúdame a quitar el vestido, solo desabrocha los botoncitos. Le temblaban las manos a mi compadre y los desabrochó. Santo señor cuando le quitó el vestido traía un micro conjunto de lencería color negro, bailando nos retorcía las nalgas en las narices, Roque estaba paralizado viéndola con ojos de plato no parpadeaba. Mi esposa se agacha con las piernas rectas sacando su mini bikini negro de espaldas a mi amigo, dándole un show de sus hermosas nalgas y culo, Rogelio estaba perplejo no lo creía, le pidió a Gaby:

Ponte como la otra vez y me la enseñas, mi esposa caminó sensualmente se sentó en el sillón y subía sus piernas mostrando toda su rajita rosa encendida rozándose un dedo a todo lo largo, mi amigo se fue caminando a gatas al sillón donde estaba mi esposa, le exclamaba:

¡Qué hermosa la tienes!! Abre más tus piernas…

Metió su cabeza entre las piernas de mi mujer, le empezó a dar una mamada de antología, los ojos de mi esposa se le abrían como platos y se le cerraban con una gran calentura, le acariciaba la nuca de mi amigo y lo oprimía contra su panochita.

Mi esposa le preguntó con vos muy sexy, ¿No me vas a enseñar tu verga?… de inmediato se puso de pié y se arrancó la camisa y los pantalones con todo y calzones, va apareciendo un vergón enorme ¡El glande le llegaba a las rodillas!!

Mi esposa exclamó: ¡Roque que grande la tienes!!… eso no me va a entrar, mi esposa se la palpaba con sus manos y le hacía una paja muy lenta con toda su mano que le faltaba mucho para cerrar.

Mi compadre le desabrochaba el sujetador y aparecieron las preciosas tetas con los pezones rosas bien duros. Mi esposa se puso de pie estaba fundida en un beso de fuego, con el vergón entre sus piernas le sobresalía por atrás de las nalgas. Yo no daba crédito a lo que veía y solo pensaba como se va a coger a mi mujercita, con razón Laura tiene su panocha tan abierta. Uff… este cabrón me va a joder a mi señora. Gaby lo sentó en el sillón y le intento mamar esa barra súper dura y palpitante, en su boca apenas entraba la punta de su glande lo que si noté es que mi esposa le estaba poniendo bastante saliva. Mi mujer le dijo jadeando deja ver si me entra un poco, de plano se tuvo que subir al sillón para poner la punta del glande en su coñito pues si se hincaba era imposible meter ese monstruo que sobrepasaba la entrada de su coño, le advirtió al compadre no me lo vallas a empujar porque me lastimas, lo voy a intentar poco a poco.

Lentamente se fue dejando caer y hacía movimientos circulares en la punta y así moviendo sus hermosas nalgas de lado a lado le iba entrando esa tranca se mordía los labios, me decía Papi no me entra está muy vergudo, Rogelio se quedaba inmóvil mi mujer estaba ardiendo con mucho deseo de coger con Roque se pellizcaba los pezones, ¡Aaayy, aayy!! Que grande la tienes me estas abriendo toda, el glande ya había desaparecido en las entrañas de mi mujercita las manos de mi compadre le estrujaban las nalgas y se las abría para darle un pequeño empujoncito de verga que entró casi la mitad, Mi esposa se levantaba un poco para dejarse caer otra vez.

Gaby se puso como loca movía las nalgas como culebra, empezó a gritar: ¡Pinche cabrón estás feliz!!! ¡Hijo de la chingada te saliste con la tuya me metiste la vergota que tienes!!! Pero no me conoces lo puta que soy, me la ¡voy a meter toda!!! ¡Vas a ver cabrón como te voy a coger!! Le venían espasmos con un orgasmo tremendo ¡aagghh me estoy viniendo mucho!! Toma cabrón; se dejó caer en la tranca y tenía como tres cuartos dentro, yo lo veía a centímetros como lentamente en acto de putería extrema se la metía toda.

Con más confianza mi compadre le empezó a dar más rápido, mi mujer estaba como muñeca de trapo ensartada en ese mástil. Resoplando los dos, Gaby le intentaba morder con su perrito, Roque le gritaba; ¡estás muy apretada y tu coño me muerde ricooo!! ¡Aayy Gaby que me haces!!! Yo estaba tan absorto viendo la magnitud de la cogida que le estaba metiendo a mi esposa que ni siquiera me había quitado la ropa, me asomaba por todos lados viendo cómo la tenía hasta el fondo, se aferraban los labios de la vagina al tronco de Rogelio.

Total que mi mujer tenía toda la verga muy adentro, tenía orgasmos muy fuertes y continuos, las nalgas se le convulsionaban se besaban con lujuria, que cogida le estaba metiendo el cabrón de mi compadre, yo estaba molesto y arrepentido de permitir que se cogiera a mi mujer, ella estaba fuera de sí. Le pedía sácala toda y me la vuelves a meter, cuando salió esa verga de burro se le veía muy abierto y rojo el coño y se la volvió a encajar, Gaby lloraba de placer y le pedía ¡métela toda cabrón!! ¡Hijo de la chingada que vergota tienes!! ¡Me vas a partir hijo de puta!!! Para ese momento mi compadre le daba a toda velocidad un mete saca violento a mí me calentó mucho esa sacada de verga y la forma como entró.

Me llego el morbo a tope solo esperaba que le llenara de leche el coño a mi mujercita para entrar yo lo más rápido posible, no hay cosa más sabrosa que remover leche de un coño recién usado. Rogelio la tenía sostenida de las tetas y le pellizcaba los pezones, mi mujer normalmente no dice groserías, pero no sé por qué le soltaba todas las que se sabía al compadre. ¡Hhaagghh que rico me estás cogiendo cabrón!! ¡Me estoy viniendo mucho!! Mi compadre gritó: ¡Me voy a correr!! ¡Lléname de leche hijo de puta!!! Las nalgas se le movían a mi mujer como Hawaiana. ¡Aaayy que pinches lechazos tan calientes me estás aventando!!! Y se quedó unos minutos desmayada en el pecho de mi amigo.

Se empezó a levantar y cuando salió el glande de su panocha sonó ¡Ploop!! Mi esposa de inmediato adivinó mis deseos y se acostó en la alfombra y me llamó con los brazos. Ven mi amor cógeme suavecito porque estoy adolorida, se la empecé a meter y no la sentía… Estaba extremadamente abierta del coño, le comentaba al oído ¿te gustó coger con él? La tiene muy grande y al principio me lastimaba pero luego se sentía bien rica. Pobrecita de mi mujercita ese cabrón le lastimó su cosita. Jejeje.

Sentía la leche de Rogelio que me hacía cosquillas en la verga, poco a poco empecé a sentir el coño de Gaby como me apretaba la verga me mordía con su perrito. Uff que alivio sentí que el cabrón de Roque no me la hubiera jodido. Nos besábamos con lujuria Roque se acercó y se hincó a un lado de la cara de Gaby separamos nuestras bocas y le puso su vergota en los labios de mi esposa, ella obediente le corría su lengua por la tranca, a mí me molestaba pues la tenía demasiado cerca de mí boca.

Le empezó un súper orgasmo a mi esposa se movía riquísimo, tomaba con una mano la verga y le daba unos chupetes en la punta del glande y luego intentaba meterla en mi boca, yo me hacía para atrás, pero la sentí que varias veces hizo contacto con mis mejillas, Rogelio se estaba excitando y más le crecía la verga, yo le daba más rápido ella movía las nalgas de lado a lado mientras le daba unos sonoros chupetes al glande hasta que al fin lo pegó a mis labios, sentía el aroma de mi esposa en la verga de Roque en ese momento me empecé a venir a chorros de leche caliente mezclada con la de Rogelio.

Mi mujer nos dijo; ahora vuelvo y corrió al baño. Le veía la tranca a mi amigo le decía estas cabrón con esa verga de burro. Me confío hay muchas mujeres que cuando la ven no permiten que me las coja, no creas que es bueno tenerla tan grande. ¿Cuánto mide cuando está bien parada?… Doce pulgadas o sea como treinta centímetros pero la bronca es que también la tengo gorda como un poco más de dos pulgadas de diámetro. Me sentía un pigmeo junto a mi amigo. Fuimos por otras cervezas y servimos más tequila le comenté; me voy a poner los calzones pues me siento muy chiquito, tu sigue presumiendo tu garrote a mi mujer, es alucinante verla con todo eso adentro no me la vayas a dejar aguada cabrón, ni digas Gaby tiene un coño muy estrecho que sabe manejarlo como una profesional, que buena cogida me puso.

Perdón que te vea tanto tu verga pero es muy grande y no puedo dejar de verla, si la quieres tocar por mí no hay problema. No cómo crees si no soy puto, bueno a veces es por simple curiosidad. En eso salía mi esposa del baño totalmente desnuda se sentó entre los dos, nos comentaba; qué cogida me dieron parece que lo hice como cinco veces estoy un poco adolorida, pues ve todo lo que te metiste. Jajaja. Y eso que no la tiene parada, sentía que me llegaba hasta adentro y movía la matriz, perdón por todas las groserías que dije pero fueron de cariño para ti. La mano de mi esposa le movía el prepucio para arriba y para abajo, como me gustan las vergas con prepucio claro que te gustan, pues la mía tiene circuncisión. No Papi si sintieras que rico se les corre su pellejito te va a gustar mucho sentirlo como a mí.

Empecé a joder a mi compadrito; entonces me puedo coger a tu esposa ¿Verdad?…

Si compadre me gustaría ver como se la metes.

¿Qué tal se mueve?… ¿coge tan sabroso como Gaby?… ¿Mueve bien el culo?… ¿Sabe dar unas mamadas muy ricas?…

Con mis preguntas y la mano de mi esposa se le paró a tope su mástil, mi mujer se la jalaba con las dos manos, le subía el prepucio y cuando se la pelaba le daba una mamadota al glande, mi esposa me pidió trae el aceite rosa que tengo en mi buró, para ver si me entra más fácil. Fui por el aceite y mi esposa se lo aplicaba abundantemente, ¡Aayy que rico se siente el aceite!! ¡Como que da calor con frío! Como que te da más calor en el pito. Luego mi esposa se lo aplicaba en su coño. Rogelio le pedía a mi esposa ponte en cuatro te quiero coger de perrito.

Mi esposa se ponía como le indicaba mi compadre, yo me asomaba por todos lados para ver en primer plano como se la metía el cabrón de mi compadre, cuando le estaba entrando el glande le puso un nalgadón a mi mujercita que respingó hacia atrás, y empezó a jadear, Rogelio la agarraba de la cintura y se la metía de golpe, Mi esposa apoyó la cabeza en la alfombra tenía los ojos en blanco, jadeaba ¡aagghh no la saques!!! ¡Me vas a matar cabrón!!! En eso otra sonora nalgada le pellizcó una nalga con cada mano y se las abrió ¡Aayy hijo de la chingada que rico me coges!!! Las nalgas se le movían para todos lados, el cabrón de mi compadre le estaba metiendo una cogida monumental, le abría las nalgas y me enseñaba como se la encajaba hasta los huevos, se la sacaba y se la volvía a dejar caer.

Yo estaba súper caliente de ver a mi mujercita en acción con esa vergota al fondo de su coñito. Me recosté entre sus brazos poniendo mi pinga en su boca, me daba una mamada tremenda toda mi verga estaba en su boca, el glande traspasaba sus anguinas los empujones de nalgas que le daba mi amigo servían para que su boca corriera por toda mi verga. Uff… Rogelio le seguía dando de nalgadas y gritaba; ¡Pinche Gabriela que me haces en el pito!! ¡Se siente delicioso!! Alcanzaba a ver como movía de rápido las nalgas mi mujer, Rogelio le dio otra nalgada muy fuerte y gritaba: ¡Me voy a correr que ricas nalgas tienes y como las mueves!! Los dos se sacudían con un violento orgasmo, mi glande se rozaba con las anginas de mi esposa, cuando mi compadre se empezó a correr en el coño de mi esposa yo me corría en su garganta.

Cuando Roque se la sacó mi esposa rodó a un lado y se quedó descansando boca arriba, de inmediato mi compadre se recostó sobre ella y la empezó a alabar, que rico coges Gaby, te juro que eres la mejor mujer que me he cogido, tienes una panocha deliciosa muy apretada con un sabor delicioso, le besaba la boca profundamente, las lenguas de los dos se trenzaban, mientras que su mano jugaba con los pezones de mí mujer.

Ya era tarde y estábamos cansados, llevé los trastos sucios a la cocina le comenté a mi esposa vamos a dormir. Empezó mi compadre ¿me puedo dormir con ustedes?… Tienen una camota King.

Pregúntale a mi esposa. ¿Vedad que sí Gaby?… me quiero dormir contigo.

Sí me prometes que no me vas a dar de nalgadas ni pellizcos…

Prometido vamos a tu cama y se subieron las escaleras, cuando llegué a la recámara Gaby salía del baño con un cortito Baby doll negro totalmente transparente, mi compadre protestaba por que tenía un mini bikini negro quítate los calzoncitos para que estés más cómoda. Que lata das pues entonces quítamelos y déjame dormir.

Un rato después se estaban besando con mucha pasión, la tranca de Rogelio estaba entre las piernas de mi mujer, los dos se movían muy suavemente masturbando a mi esposa con el vergón que le rozaba la rajita. Un buen tramo sobresalía por atrás de las nalgas de Gaby, sin que se dieran cuenta le corría el prepucio a la verga de mi amigo. Uff… Que morbo se sentía riquísimo cómo le corría el pellejito por su glande, que razón tiene Gaby. Me estaba dando una calentadota tremenda cuando empecé a sentir como se le ponía de dura.

Puso a mi esposa boca arriba y le intentaba clavar ese mástil en su coñito, se besaban con locura las nalgas de mi esposa se movían lentamente de lado a lado, mi esposa jadeaba en voz baja, ¡que ricooo me está entrando!! Así suavecito, ¡que vergota tienes cabrón!! Me llega hasta la matriz ¡aaahhgghh!! Para ese momento Mi compadre le estaba dando a toda velocidad, La cabeza de mi mujer se movía sin control, se le tensaban las piernas y tenía un orgasmo muy largo ¡Me vas a matar hijo de la chingada!! Seguía mi esposa acalambrada con el orgasmo tan tremendo que tenía, Rogelio empezó a bufar llenando de leche las entrañas de mi mujercita. Al fin se durmieron.

Nos levantamos muy temprano, mi esposa se fue a preparar el desayuno, mientras nos arreglábamos para ir a trabajar, durante el desayuno Rogelio nos daba las gracias por la noche inolvidable que pasó. Gaby le comento que le contara a su esposa lo que pasó.

No comadrita como crees si le cuento me manda a la chingada.

Si quieres tener un buen matrimonio debes de confiar en tu esposa.

Si lo que tú me digas, pero no le puedo decir que te cogí, ella te quiere mucho, pero nos manda a la chingada a los dos.

¿Piensas que cogimos por tu hermosa cara?… No señor, Laura me lo pidió pues sabe que somos un matrimonio abierto.

¿Cómo Laura te lo pidió?…

Sí señor, para que no anduvieras de pito loco por estos lugares, así que cuéntale todo lo que pasó…

Me dejan pendejo, Laura lo hizo para que me cuidaran. Uff… Que buena mujer tengo. Y ya que tengo permiso, ¿nos podríamos echar un rapidín?… Vete a la chingada compadre cabrón, si no puedo ni caminar de lo rozada que estoy.

Rogelio soltaba unas carcajadas, me dio un abrazo muy fuerte me dio las gracias por “todo”, recuerda que Laura te espera con las piernas abiertas. Jajaja. Nos vemos Gaby muchas gracias por todo, le daba un abrazo y un beso en la boca con un agarrón de nalgas y una sonora nalgada y se fue.

Relato erótico : la visita del compadre
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sábado, 2 de abril de 2022

Hans Christian Andersen

El 2 de Abril de 1805, en Odense, Dinamarca, nacía un hombre que modeló las fantasías de varias generaciones de niños, ese día llegaba al mundo Hans Christian Andersen

Hans Christian Andersen

Hans Christian Andersen

Hans tuvo una infancia tortuosa, debido a que su madre era una lavandera alcohólica que se desentendió de su crianza y su padre un zapatero instruido pero enfermizo y con trastornos psíquicos que no pudo compensar la desidia materna. Sus primeros años transcurrieron en la mas absoluta miseria, solía mendigar y dormir bajo puentes o en plazas, para soportar la realidad Hans solía refugiarse en la fantasía, pese a haber ido muy poco a la escuela, sabía leer y encontró allí el material que necesitaba para alimentar su imaginación. En la adolescencia intentó relacionarse con las artes pero fracasó en sus intentos de ser cantante de ópera, bailarín y actor. Un breve poema que había escrito sin pretensiones de ser publicado llamado "El niño dormido" llegó fortuitamente a las manos del editor de la revista literaria "Kjøbenhavns flyvende Post" quien fascinado la publicó abriendo una inesperada puerta en la vida de Andersen. Su trabajo comenzó a ser viajar y escribir sus impresiones, estas llegaron a manos del Rey quien encantado decidió financiarle viajes prolongados a destinos más exóticos. Sus escritos se diversificaron, novelas, obras de teatro, relatos cortos y por fin en 1835, sus cuentos infantiles "Historias de aventuras para niños". Además de su escaso éxito de ventas, Andersen no se sentía feliz escribiendo cuentos de hadas y aventuras en mundos de fantasía, sin embargo se dio cuenta que era lo que mejor hacía, por ello no se hicieron esperar una segunda edición en 1838 y finalmente en 1843 sus imperdibles "Cuentos nuevos". De su mente y sus manos nacieron historias como "El patito feo", "El traje nuevo del emperador", "El soldadito de plomo", "El ruiseñor", "La sirenita", "Pulgarcita", "El yesquero", "El ave Fénix", y "La princesa y el guisante". Sus cuentos y relatos fueron traducidos a 80 idiomas e inspirado a creadores de obras de teatro, ballets, películas, dibujos animados y pinturas. En 1872 Anderson sufrió un tonto accidente doméstico que le provocó heridas de las que nunca se recuperó, deprimido y casi postrado murió en Copenhague el 4 de Agosto de 1875.

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viernes, 18 de marzo de 2022

Jorge Arvizu "El Tata", entrañable actor de doblaje y comediante mexicano

8.º Aniversario Luctuoso de Jorge Arvizu "El Tata", entrañable actor de doblaje y comediante mexicano.

Jorge Arvizu "El Tata", entrañable actor de doblaje y comediante mexicano

Jorge Arvizu "El Tata", entrañable actor de doblaje y comediante mexicano

UN DÍA COMO HOY, 18 de marzo pero de 2014, falleció en la Ciudad de México, Jorge Isaac Arvizu Martínez. Había nacido en Celaya, Guanajuato, el 23 de julio de 1932.

Fue un actor de cine, televisión y de doblaje mexicano. Se ganó su mote de "El Tata" a finales de la década de 1970, cuando apareció con un personaje en La Criada Bien Criada, donde interpretaba a un anciano, vecino de la protagonista, María Victoria, retomándolo posteriormente en La carabina de Ambrosio y en el programa Mis Huéspedes.

Se distinguió por su labor de doblaje desde las décadas de 1950 y 1960, realizando todo tipo de voces en dibujos animados y series para televisión, además de ser actor cómico, productor y escritor de teatro, cine y televisión.

Su talento es reconocido en los países latinoamericanos donde se conoce su trabajo, principalmente en el ramo del doblaje donde prestó su voz a personajes entrañables como: Súper Ratón, Las Urracas Parlanchinas, varios de las series Merrie Melodies y Looney Tunes, de Warner Brothers con personajes como Bugs Bunny y el Pato Lucas.

También interpretó a Popeye el Marino, Pedro Picapiedra, El Pájaro Loco, el Gato Félix, Mr. Magoo y personajes de la serie Don Gato y su Pandilla, como Benito Bodoque y Cucho.

Además en decenas de otras caricaturas realizadas por Hanna-Barbera incluyendo Los Supersónicos, Los 4 Fantásticos. Scooby-Doo, así como las voces de Ringo Starr y George Harrison en la serie animada de Los Beatles.

Además prestó su voz para las versiones en español de series de televisión, como Maxwell Smart en El Superagente 86, el Tío Lucas en Los Locos Adams, y la voz del robot en Perdidos en el espacio, solo por mencionar una minima parte de su trabajo.

Jorge Arvizu Falleció a los 81 años de edad, debido a una insuficiencia cardíaca. Fue cremado y sus cenizas trasladadas al estado de Guerrero. "Su última voluntad fue ser cremado y después, será llevado a su amado Acapulco. Allí vamos a esparcir sus cenizas", dijo su hija Karina Arvizu.

Descanse en paz el dueño de las voces entrañables que dieron tantos momentos felices a varias generaciones.

Gracias don Jorge, a nombre de todos esos niños y niñas que en su momento no le conocimos, pero que ahora ya hombres y mujeres, le recordamos con agradecimiento y cariño.

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miércoles, 16 de febrero de 2022

Julio Cortázar - La caricia más profunda

Julio Cortázar - La caricia más profunda

En su casa no le decían nada, pero cada vez le extrañaba más que no se hubiesen dado cuenta. Al principio podía pasar inadvertido y él mismo pensaba que la alucinación o lo que fuera no iba a durar mucho; pero ahora que ya caminaba metido en la tierra hasta los codos no podía ser que sus padres y sus hermanas no lo vieran y tomaran alguna decisión. Cierto que hasta entonces no había tenido la menor dificultad para moverse, y aunque eso parecía lo más extraño de todo, en el fondo lo que a él lo dejaba pensativo era que sus padres y sus hermanas no se dieran cuenta de que andaba por todos lados metido hasta los codos en la tierra.

Monótono que, como casi siempre, las cosas sucedieran progresivamente, de menos a más. Un día había tenido la impresión de que al cruzar el patio iba llevándose algo por delante, como quien empuja unos algodones. Al mirar con atención descubrió que los cordones de los zapatos sobresalían apenas del nivel de las baldosas. Se quedó tan asombrado que no pudo ni hablar ni decírselo a nadie, temeroso de hundirse bruscamente del todo, preguntándose si a lo mejor el patio se habría ablandado a fuerza de lavarlo, porque su madre lo lavaba todas las mañanas y a veces hasta por la tarde. Después se animó a sacar un pie y a dar cautelosamente un paso; todo anduvo bien, salvo que el zapato volvió a meterse en las baldosas hasta el moño de los cordones. Dio varios pasos más y al final se encogió de hombros y fue hasta la esquina a comprar La Razón porque quería leer la crónica de una película.

En general, evitaba la exageración, y quizás al final hubiera podido acostumbrarse a caminar así, pero unos días después dejó de ver los cordones de los zapatos, y un domingo ni siquiera descubrió la bocamanga de los pantalones. A partir de entonces, la única manera de cambiarse de zapatos y de medias consistió en sentarse en una silla y levantar la pierna hasta apoyar el pie en otra silla o en el borde de la cama. Así conseguía lavarse y cambiarse, pero apenas se ponía de pie volvía a enterrarse hasta los tobillos y de esa manera andaba por todas partes, incluso en las escaleras de la oficina y los andenes de la estación Retiro. Ya en esos primeros tiempos no se animaba a preguntarle a su familia, y ni siquiera a un desconocido de la calle, si le notaban alguna cosa rara; a nadie le gusta que lo miren furtivamente y después piensen que está loco. Parecía obvio que sólo él notaba cómo se iba hundiendo cada vez más, pero lo insoportable (y por eso mismo lo más difícil de decirle a otro) era admitir que hubiera más testigos de esa lenta sumersión. Las primeras horas en que había podido analizar despacio lo que le estaba sucediendo, a salvo en su cama, las dedicó a asombrarse de esa inconcebible alienación frente a su madre, su novia y sus hermanas. Su novia, por ejemplo, ¿cómo no se daba cuenta por la presión de su mano en el codo que él tenía varios centímetros menos de estatura? Ahora estaba obligado a empinarse para besarla cuando se despedían en una esquina, y en ese momento en que sus pies se enderezaban sentía palpablemente que se hundía un poco más, que resbalaba más fácilmente hacia lo hondo, y por eso la besaba lo menos posible y se despedía con una frase amable y liviana que la desconcertaba un poco; acabó por admitir que su novia debía ser muy tonta para no quedarse de una pieza y protestar por ese frívolo tratamiento. En cuanto a sus hermanas, que nunca lo habían querido, tenían una oportunidad única para humillarlo ahora que apenas les llegaba al hombro, y sin embargo seguían tratándolo con esa irónica amabilidad que siempre habían creído tan espiritual. Nunca pensó demasiado en la ceguera de sus padres porque de alguna manera siempre habían estado ciegos para con sus hijos, pero el resto de la familia, los colegas, Buenos Aires, seguían ahí y lo veían. Pensó lógicamente que todo era ilógico, y la consecuencia rigurosa fue una chapa de bronce en la calle Serrano y un médico que le examinó las piernas y la lengua, lo xilofonó con su martillito de goma y le hizo una broma sobre unos pelos que tenía en la espalda. En la camilla todo era normal, pero el problema recomenzaba al bajarse; se lo dijo, se lo repitió. Como si condescendiera, el médico se agachó para palparle los tobillos bajo tierra; el piso de parquet debía ser transparente e intangible para él porque no sólo le exploró los tendones y las articulaciones sino que hasta le hizo cosquillas en el empeine. Le pidió que se acostara otra vez en la camilla y le auscultó el corazón y los pulmones; era un médico caro y desde luego empleó concienzudamente una buena media hora antes de darle una receta con calmantes y el consabido consejo de cambiar de aire por un tiempo. También le cambió un billete de diez mil pesos por seis de mil.

Después de cosas así no le quedaba otro camino que seguir aguantándose, ir al trabajo todas las mañanas y empinarse desesperadamente para alcanzar los labios de su novia y el sombrero en la percha de la oficina. Dos semanas más tarde ya estaba metido en la tierra hasta las rodillas, y una mañana, al bajarse de la cama, sintió de nuevo como si estuviera empujando suavemente unos algodones, pero ahora los empujaba con las manos y se dio cuenta de que la tierra le llegaba hasta la mitad de los muslos. Ni siquiera entonces pudo notar nada raro en la cara de sus padres o de sus hermanas, aunque hacía tiempo que los observaba para sorprenderles en plena hipocresía. Una vez le había parecido que una de sus hermanas se agachaba un poco para devolverle el frío beso en la mejilla que cambiaban al levantarse, y sospechó que habían descubierto la verdad y que disimulaban. No era así; tuvo que seguir empinándose cada vez más hasta el día en que la tierra le llegó a las rodillas, y entonces dijo algo sobre la tontería de esos saludos bucales que no pasaban de reminiscencias de salvajes, y se limitó a los buenos días acompañados de una sonrisa. Con su novia hizo algo peor, consiguió arrastrarla a un hotel y allí, después de ganar en veinte minutos una batalla contra dos mil años de virtud, la besó interminablemente hasta el momento de volver a vestirse; la fórmula era perfecta y ella no pareció reparar en que él se mantenía distante en los intervalos. Renunció al sombrero para no tener que colgarlo en la percha de la oficina; fue hallando una solución para cada problema, modificándolas a medida que seguía hundiéndose en la tierra, pero cuando le llegó a los codos sintió que había agotado sus recursos y que de alguna manera sería necesario pedir auxilio a alguien.

Llevaba ya una semana en cama fingiendo una gripe; había conseguido que su madre se ocupara todo el tiempo de él y que sus hermanas le instalaran el televisor a los pies de la cama. El cuarto de baño estaba al lado, pero por las dudas sólo se levantaba cuando no había nadie cerca; después de esos días en que la cama, balsa de náufragos, lo mantenía enteramente a flote, le hubiera resultado más inconcebible que nunca ver entrar a su padre y que no se diera cuenta de que apenas le asomaba el tronco del piso y que para llegar al vaso donde se ponían los cepillos de los dientes tenía que encaramarse al bidé o al inodoro. Por eso se quedaba en cama cuando sabía que iba a entrar alguien, y desde ahí telefoneaba a su novia para tranquilizarla. Imaginaba de a ratos, como en una ilusión infantil, un sistema de camas comunicantes que le permitieran pasar de la suya a esa otra donde lo esperaría su novia y de ahí a una cama en la oficina y otra en el cine y en el café, un puente de camas por encima de la tierra de Buenos Aires. Nunca se hundiría del todo en esa tierra mientras con ayuda de las manos pudiera treparse a una cama y simular una bronquitis.

Esa noche tuvo una pesadilla y se despertó gritando con la boca llena de tierra; no era tierra, apenas saliva y mal gusto y espanto. En la oscuridad pensó que si se quedaba en la cama podría seguir creyendo que eso no había sido más que una pesadilla, pero que bastaría ceder por un solo segundo a la sospecha de que en plena noche se había levantado para ir al baño y se había hundido hasta el cuello en el piso, para que ni siquiera la cama pudiera protegerlo de lo que iba a venir. Se convenció poco a poco de que había soñado porque en realidad era así, había soñado que se levantaba en la oscuridad, y sin embargo cuando tuvo que ir al baño esperó a estar solo y se pasó a una silla, de la silla a un taburete, desde el taburete adelantó la silla, y así alternando llegó al baño y se volvió a la cama; daba por supuesto que cuando se olvidara de la pesadilla podría levantarse otra vez, y que hundirse tan sólo hasta la cintura sería casi agradable por comparación con lo que acababa de soñar.

Al día siguiente se vio obligado a hacer la prueba porque no podía seguir faltando a la oficina. Desde luego el sueño había sido una exageración puesto que en ningún momento le entró tierra en la boca, el contacto no pasaba de la misma sensación algodonosa del comienzo y el único cambio importante lo percibían sus ojos casi al nivel del piso: descubrió a muy corta distancia una escupidera, sus zapatillas rojas y una pequeña cucaracha que lo observaba con una atención que jamás le habían dedicado sus hermanas o su novia. Lavarse los dientes, afeitarse, fueron operaciones arduas porque el solo hecho de alcanzar el borde del bidé y trepar a fuerza de brazos lo dejó extenuado. En su casa el desayuno se tomaba colectivamente, pero por suerte su silla tenía dos barrotes que le sirvieron de apoyo para encaramarse lo más rápidamente posible. Sus hermanas leían Clarín con la atención propia de todo lector de tan patriótico matutino, pero su madre lo miró un momento y lo encontró un poco pálido por los días de cama y la falta de aire puro. Su padre le dijo que era la misma de siempre y que lo echaba a perder con sus mimos; todo el mundo estaba de buen humor porque el nuevo gobierno que tenían ese mes había anunciado aumentos de sueldos y reajustes de las jubilaciones. “Cómprate un traje nuevo —le aconsejó la madre—, total podés renovar el crédito ahora que van a aumentar los sueldos.” Sus hermanas ya habían decidido cambiar la heladera y el televisor; se fijó en que había dos mermeladas diferentes en la mesa. Se iba distrayendo con esas noticias y esas observaciones, y cuando todos se levantaron para ir a sus empleos él estaba todavía en la etapa anterior a la pesadilla, acostumbrado a hundirse solamente hasta la cintura; de golpe vio muy de cerca los zapatos de su padre que pasaban rozándole la cabeza y salían al patio. Se refugió debajo de la mesa para evitar las sandalias de una de sus hermanas que levantaba el mantel, y trató de serenarse. “¿Se te cayó algo?”, le preguntó su madre. “Los cigarrillos”, dijo él, alejándose lo más posible de las sandalias y las zapatillas que seguían dando vueltas alrededor de la mesa. En el patio había hormigas, hojas de malvón y un pedazo de vidrio que estuvo a punto de cortarle la mejilla; se volvió rápidamente a su cuarto y se trepó a la cama justo cuando sonaba el teléfono. Era su novia que preguntaba si seguía bien y si se encontrarían esa tarde. Estaba tan perturbado que no pudo ordenar sus ideas a tiempo y cuando acordó ya la había citado a las seis en la esquina de siempre, para ir al cine o al hotel según les pareciera en el momento. Se tapó la cabeza con la almohada y se durmió; ni siquiera él se escuchó llorar en sueños.

A las seis menos cuarto se vistió sentado al borde de la cama, y aprovechando que no había nadie a la vista cruzó el patio lo más lejos posible de donde dormía el gato. Cuando estuvo en la calle le costó hacerse a la idea de que los innumerables pares de zapatos que le pasaban a la altura de los ojos no iban a golpearlo y a pisotearlo, puesto que para los dueños de esos zapatos él no parecía estar allí donde estaba; por eso las primeras cuadras fueron un zigzag permanente, un esquive de zapatos de mujer, los más peligrosos por las puntas y los tacos; después se dio cuenta de que podía caminar sin preocuparse tanto, y llegó a la esquina antes que su novia. Le dolía el cuello de tanto alzar la cabeza para distinguir algo más que los zapatos de los transeúntes, y al final el dolor se convirtió en un calambre tan agudo que tuvo que renunciar. Por suerte conocía bien los diferentes zapatos y sandalias de su novia, porque entre otras cosas la había ayudado muchas veces a quitárselos, de modo que cuando vio venir los zapatos verdes no tuvo más que sonreír y escuchar atentamente lo que fuera ella a decirle para responder a su vez con la mayor naturalidad posible. Pero su novia no decía nada esa tarde, cosa bien extraña en ella; los zapatos verdes se habían inmovilizado a medio metro de sus ojos y aunque no sabía por qué tuvo la impresión de que su novia estaba como esperando; en todo caso el zapato derecho se había movido un poco hacia adentro mientras el otro sostenía el peso del cuerpo; después hubo un cambio, el zapato derecho se abrió hacia afuera mientras el izquierdo se afirmaba en el suelo. “Qué calor ha hecho todo el día”, dijo él para abrir la conversación. Su novia no le contestó, y quizá por eso sólo en ese momento, mientras esperaba una respuesta trivial como su frase, se dio cuenta del silencio. Todo el bullicio de la calle, de los tacos golpeando en las baldosas hasta un segundo antes: de golpe nada. Se quedó esperando un poco y los zapatos verdes avanzaron levemente y volvieron a inmovilizarse; las suelas estaban ligeramente gastadas, su pobre novia tenía un empleo mal remunerado. Enternecido, queriendo hacer algo que le probaba su cariño, rascó con dos dedos la suela más estropeada, la del zapato izquierdo; su novia no se movió, como si siguiera esperando absurdamente su llegada. Debía ser el silencio que le daba la impresión de estirar el tiempo, de volverlo interminable, y a la vez el cansancio de sus ojos tan pegados a las cosas iba como alejando las imágenes. Con un dolor insoportable pudo todavía alzar la cabeza para buscar el rostro de su novia, pero sólo vio las suelas de los zapatos a tal distancia que ya ni siquiera se notaban las imperfecciones. Estiró un brazo y luego el otro, tratando de acariciar esas suelas que tanto decían de la existencia de su pobre novia; con la mano izquierda alcanzó a rozarlas; pero ya la derecha no llegaba, y después ninguna de las dos. Y ella, por supuesto, seguía esperando.

Julio Cortázar - La caricia más profunda

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