¿Por qué las guerras siempre nos engañan? Esa es una pregunta que surge, casi instintivamente, cuando escuchamos las sirenas, vemos imágenes de bombardeos o leemos titulares que hablan de “operaciones defensivas”, “amenazas nucleares” o “nobles fines”. Tal vez ya tengas una intuición: detrás de muchas de esas palabras, hay un poder económico y estratégico en juego.
“Las guerras mienten. Ninguna guerra tiene la honestidad de confesar: ‘yo mato para robar’... Y, por si eso no bastara, ahí están los grandes medios dispuestos a inventar enemigos imaginarios...” – Eduardo Galeano.
"Cada vez que Estados Unidos 'salva' a un pueblo, lo deja convertido en un manicomio o un cementerio" – Eduardo Galeano.
Con estas frases, el escritor uruguayo nos advierte de entrada: las guerras se visten de moralidad, pero no siempre lo son.
1. La cita de Galeano: lo que callan las grandes voces
Galeano remarca que ninguna guerra se presenta sin un relato atractivo: “paz”, “democracia”, “civilización”. Pero pocas veces se escucha la verdad: “mato para robar”. Al final, las guerras se mantienen con grandes inversiones —3 millones de dólares por minuto sólo en gasto militar— mientras millones mueren de hambre.
Esa frase no pierde vigencia. Al contrario: en cada conflicto encontramos versiones modernas de esa estrategia: se construyen enemigos gigantes, justificando excesos y vaciando recursos de necesidades básicas.
2. La guerra entre Irán, Israel y EE.UU.: ¿qué está pasando?
Desde el 13 de junio de 2025, Oriente Medio vive una escalada directa entre Irán e Israel, con EE.UU. apoyando a este último. Tras ataques israelíes a instalaciones nucleares en Irán, Teherán respondió con misiles y drones, incluso sobre territorios aliados de EE.UU.
El domingo 23 de junio, EE.UU. lanzó un ataque con bombas "destruyebúnkeres" contra tres instalaciones nucleares iraníes: Fordow, Natanz e Isfahán. Expertos como Karim Sadjadpour destacan que esta intervención sin precedentes podría tener profundos efectos en el programa nuclear de Irán y en el orden mundial.
El resultado: cientos de muertos en Irán y decenas en Israel, miles de heridos, una nueva ola de refugiados (casi un millón desde Teherán), y un aumento del precio del petróleo de hasta un 25 %. El cierre o bloqueo del Estrecho de Ormuz —una ruta clave— amenaza aún más la estabilidad global.
3. ¿Y por qué Galeano resuena hoy?
Mentiras con discurso moral
Cada país involucrado sostiene que sus motivos son nobles. Israel habla de detener un programa nuclear que amenaza su supervivencia. EE.UU. afirma actuar dentro de un marco de autodefensa y orden global. Irán dice responder a una agresión injustificada. Pero Galeano nos recuerda algo esencial: detrás del discurso público suele haber control de recursos, dominio geopolítico e intereses estratégicos.
Propaganda: los nuevos "inventores de enemigos"
Los medios y redes hoy amplifican narrativas. Como en Gaza, la guerra actual incluye campañas de desinformación donde victorias menores se exageran y sufrimiento humano se minimiza. Estados y actores digitales moldean la percepción pública.
4. ¿Qué está en juego?
Humanitario: cientos de muertos, cientos de miles de desplazados, infraestructuras civiles destruidas.
Económico: alza del petróleo, temor por rutas marítimas, impacto en mercados globales.
Político: escalada diplomática, caída de discursos de paz, riesgo de que Irán cierre el estrecho de Ormuz, presión sobre aliados regionales.
Moral: ¿están las naciones dispuestas a decir “matamos para robar” o prefieren encubrirlo con una narrativa heroica?
5. ¿Qué opciones quedan?
Escalada continua: bombardear más instalaciones, lanzar misiles o dronazos, aumentar el gasto militar. Risk: provocar más devastación o incluso un conflicto mayor.
Negociación frágil: buscar un alto al fuego temporal, ofrecer incentivos por retroceder en el programa nuclear. Teherán ya ha demostrado disposición a respuestas limitadas que abran espacio diplomático.
Equilibrio regional: presión internacional —ONU, Unión Europea— para frenar los ataques, evitar más sufrimiento y estabilizar los mercados.
Silencio político: esperar sin acción para lanzar una nueva narrativa pública o redefinir alianzas.
6. ¿Cuál dirá la verdad?
Galeano nos dejó una carta bajo la mesa: pon atención a lo que no se dice, a la disonancia entre discurso y acción. En esta guerra, como en casi todas, escuchamos promesas de seguridad, paz o civilización. ¿Dónde están los reclamos reales?
Israel y EE.UU. dicen que responden a amenazas nucleares, pero ¿es proporcional el ataque?
Irán afirma responder defensivamente, pero su retórica —“Muerte a Estados Unidos/Israel”— también encubre ambiciones ideológicas.
Los medios repiten cifras y eslóganes, pero ¿cuántas historias de víctimas civiles llegan a oídos globales?
7. ¿Y el lector qué puede hacer?
Cuestiona: cuando veas un titular de “operación justa”, pregunta “¿quién se beneficia realmente?”
Informa: busca voces diversas —periodismo independiente, voces desde Gaza, Teherán o Jerusalén.
Reflexiona: antes de creer soluciones armadas, piensa en qué significa realmente “resolver” un problema con misiles.
En resumen
Con su frase, Galeano nos alerta: las guerras mienten. En el actual choque entre Irán, Israel y EE.UU., se repiten los mismos patrones: discursos morales, propaganda, intereses estratégicos y civiles atrapados en medio. Si aplicamos su mirada crítica, podemos atravesar los relatos oficiales y entender lo que está en juego: poder, recursos y, sobre todo, vidas humanas.
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