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sábado, 22 de febrero de 2020

La leyenda del Holandés Errante

La leyenda del Holandés Errante ... Una historia de piratas que encontramos en Internet y vale la pena leer y compartir.

La leyenda del Holandés Errante

La leyenda del Holandés Herrante 

Decían que el diablo le había dado al capitán pirata holandés Hendrick van der Decken la facultad de hacer que su barco fuera la nave más veloz de todos los mares, después de que el hombre le vendiera su alma una noche de luna llena. Ningún barco podía viajar más rápido que el navío del temerario capitán: rompía las olas y quebraba los vientos más furiosos para tocar puerto en cuestión de horas o pocos días.

Los marineros que viajaban con Van der Decken le respetaban y temían al mismo tiempo, pero les agradaba navegar con él porque era justo en la repartición de ganancias y tesoros. Además, le gustaba llevarlos a los prostíbulos del Caribe y otros exóticos lugares donde había mujeres de piel morena y cabellos rizados a las que les gustaban los piratas.

La última conquista del holandés y sus marinos habían sido las lejanas Indias Orientales, a las que acudieron para adquirir especias, sedas y tintes que revenderían a precios más altos en su natal Holanda. Después de dos días en las que el mar había estado iracundo e impidiendo el avance comúnmente rápido de Van der Decken y sus hombres, que se dirigían de regreso a Europa, el capitán ordenó que su barco tomara rumbo hacia el Cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica, para tomar un descanso ante las turbulentas aguas que les frenaban extrañamente el paso.

Sin embargo, al llegar a esta parte de África, los marineros se percataron que el mar estaba mucho más furioso. Las olas azotaban el barco y amenazaban con volcarlo, las velas se estaban rasgando ante la acción del viento y los mástiles se quebraban con la pegada del mar y los vendavales. Van der Decken y sus hombres, verdaderos lobos de mar, fuertes, tatuados, tuertos, con la piel quemada por el sol y con algunos miembros amputados, que llevaban cerca de 30 años o más haciendo un viaje tras otro en altamar, jamás se habían enfrentado a una tormenta tan furiosa.

Algunos decían que era el castigo de Poseidón, otros que eran los demonios pálidos de los mares que estaban causando ese fenómeno para reclamar los tesoros y las vidas de cada uno de ellos. Otros afirmaban con terror en la mirada que el diablo los había ido a buscar para reclamar sus almas, tal y como lo había hecho con la de su capitán, quien en aquellos momentos se mantenía recluido en su camarote fumando o bebiendo. Aquellos hombres, a la vez que temibles, eran también supersticiosos de las viejas leyendas piratas que habían escuchado desde su niñez. En cubierta, reinaba un miedo cada vez más creciente.

Mientras tanto, en su camarote, Van der Decken meditaba acerca de la razón por la que el mar le estaba jugando en contra en aquellos momentos. ¿Es que no había cedido al Maligno lo más preciado que todo hombre tiene a cambio de que su poder jamás fuera quebrado por ningún enemigo ni elemento de la naturaleza? El capitán se levantó de su mesa, misma que se tambaleaba a cada embate de las olas, y cogió un crucifijo de plata que colgaba encima de su cama. Había sido un regalo de su esposa antes de que zarpara de Holanda rumbo a su ultima misión.

De pronto, el hombre apretó con fuerza el objeto hasta hacerse daño en las manos y comenzó a hablar con ira en su gesto y en su voz: «¿Es que acaso me estás castigando por haberle dado mi alma a tu rival? ¿Ésta es tu manera de retarme, castigarme y humillarme para demostrarme que eres superior a mí y que debo someterme a tu voluntad cuando lo único que quiero es regresar a casa? ¡Déjame seguir mi camino, déjanos en paz a mis hombres y a mí que tengo el derecho de hacer tratos con quien mi espíritu lo desee!».

Van der Decken corrió hacia la puerta del camarote, la abrió y subió corriendo las escaleras que llevaban hasta la cubierta. El estruendo de los rayos cayendo en el mar, la tempestad cada vez arreciendo más, las olas inundando su embarcación que apenas se mantenía a flote y sus hombres pereciendo arrastrados por el agua, llenaron su campo visual. Corrió hacia la zona del timón y, apuntando hacia el cielo con el crucifijo de plata, exclamó: «¡Tú no podrás detenerme, soy el amo de los mares e incluso el mismo diablo me tiene miedo! ¡Maldito sean los dos! ¡Par de cobardes! ¡Ambos se inclinan a mis pies cuando mi embarcación pasa por los océanos del mundo! ¡Ninguna tempestad, dios o demonio podrán frenarme!»

Acto seguido, lanzó la cruz al mar, mientras de su garganta salía una carcajada de burla hacia aquel dios que no iba a frenar su camino hacia Holanda y la conquista de la tormenta. Cuando dirigió su vista hacia la parte inferior de la embarcación se dio cuenta que varias decenas de aquellos piratas que llevaba consigo en cada misión lo miraban con miedo casi reverencial.

Van der Decken también fue consciente de que las aguas se habían calmado y que los vientos disminuían su intensidad. Arriba, un brillante sol comenzaba a despuntar después de haber permanecido oculto durante varios días. En altamar se respiraba una sensación de absoluta calma. Una algarabía inundó la embarcación y Van der Decken sonrió al saberse vencedor en la batalla contra un dios que no era tan poderoso como muchos le habían dicho. El holandés y su tripulación continuaron con su viaje hacia Holanda sin mayores sobresaltos.

La maldición

Una madrugada, cuando la embarcación holandesa navegaba en completa calma y a buena velocidad hacia su país de origen (tocarían puerto al amanecer), Van der Decken, escuchó una voz en sueños: «Como resultado de tu soberbia, estás condenado a navegar los océanos por la eternidad con una tripulación fantasmagórica de hombres muertos que traerán la desgracia a todos los que vean su nave espectral, la cual nunca llegará a puerto ni conocerá el descanso. Además, para ti y tus hombres, no habrá bebida no comida».

El capitán abrió los ojos cuando su segundo de a bordo lo fue a despertar para notificarle que, tal como lo tenían previsto, el puerto de su amada Holanda se hallaba a la vista. Ambos salieron para ser testigos de la dichosa noticia, pero conforme más se acercaban, el puerto más parecía alejarse. El barco viajaba a excelente velocidad y el cielo estaba despejado por competo. Van der Decken veía el puerto frente a su ojos de manera clara, pero éste se alejaba de manera caprichosa. «Nunca llegará a puerto ni conocerá el descanso», las palabras resonaban en la mente del holandés que había desafiado a Dios y comenzó a sentir una angustia creciente.

Las horas pasaban, y la embarcación no lograba llegar a su objetivo. Cuando cayeron el atardecer y después la noche completa, los hombres gritaban de miedo, indignación y consternación. Algunos se habían arrojado al agua como un acto desesperado por llegar al puerto, pero perecieron ahogados o fueron rescatados en botes. Van der Decken sabía a la perfección que la condena en sus contra se estaba cumpliendo.

Los años pasaron y se convirtieron en décadas, éstas en centurias y después en siglos. Los marineros de Van der Decken murieron poco a poco, al igual que su capitán, quien fue bautizado por los piratas que se cruzaban con su barco como “El Holandés Errante”, el hombre que nunca puede tocar puerto y que vaga por los mares del mundo de manera triste y melancólica con una tripulación que ya es puro despojo y muerte. Todos tienen sed, hambre, necesidad de tocar el cuerpo de una mujer y de sentir un suelo firme bajo sus pies. Cuando un barco se topa con esta nave condenada sólo la observa durante algunos minutos antes de que vire su curso y se pierda en la bruma del océano.

Es ésta la historia del “Holandés Errante”, una de las leyendas más famosas en torno a los piratas europeos que aterrorizaron los mares del mundo con su oscura presencia. Estos hombres de mar que asaltaban, invadían y robaban en pequeñas poblaciones y puertos de los cinco continentes también aterrorizaron los mares de México y Latinoamérica. Su presencia sigue inundando el imaginario colectivo y tanto la historia, como el cine o la literatura les han dedicado mucha atención debido a su singular carácter.
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Cuento de terror : La manda

Cuento de terror : La manda

Pillé a mi mujer con otro cuando volví del trabajo, en mi departamento. No me vieron. No hice nada, me di la vuelta y me fui a mi auto, como un zombie. Comencé a correr a 110 km/hr, y aumentaba. Una nebulosa en mi cerebro, adelanté dos autos, un bus, un camión, y la moto encima, me concentré en aquel tipo, no vi la curva, choqué y di varias vueltas en el aire. Familia, llanto, pacos, ambulancia, taco… y acá empieza todo.
Al tiempo, en casa de mi mamá, en estado vegetal, encerrado en mi propio cuerpo, no podía salir de allí. Me alimentaban, me cagaba, me mudaban, y me hablaban. Días, semanas, meses. Escuchaba todo pero no podía responder.
Al principio me visitaban constantemente, pero con el tiempo cada vez mas solo. Como siempre mi madre, mi fiel acompañante, mi esposa se fue con aquel.
Hasta que un día, me visitó una amiga de mi tía, que llegó con rosas, y comenzó a hablarme:

- Mi niño, tengo unos problemas económicos gigantescos, no sabe cómo me encantaría sacarme la lotería. Su madre me dijo que usted era muy buena persona cuando estaba sano… en una de esas me echa una manito.

Claro… ahora se trataba de que yo le hacía mandas a la gente. Pero increíblemente, después de unas semanas mi mamá encendió el televisor en mi habitación, y se escuchaba la misma voz de aquella señora en una entrevista.

- Quiero dar agradecimiento a Sebastián, más conocido como Chalito, él fue quien hizo el milagro, ahora soy rica gracias a él.

Yo no tenía nada que ver, pero mi madre estaba contenta, porque aquella señora le regaló mucho dinero con el que arreglaron la casa, cambiaron mi cama, e incluso contrataron a una enfermera. El asunto, es que esto no terminó allí, siempre llegaba alguien nuevo para pedirme favores.

- Chalito, a mi hija la van a operar, que salga todo bien.
- Chalito, se perdió mi perro, ayúdame a encontrarlo.
- Chalito, la siembra anda mala ¿Por qué no haces que llueva un poquito?

No sé si todas las peticiones se habrán cumplido, pero tengo la sensación de que la mayoría sí, porque la gente volvía para pedir penitencia, incluso aquel hombre que me pidió que lloviera llegó con las rodillas ensangrentadas de tanto arrastrase.
Mi nombre se hizo popular, y yo estaba cada vez mas lleno de rosas, peluches, dinero y tantas cosas más sin hacer nada.
Pero un día, alguien apareció con voz quebrada, como si el mundo se fuese a acabar.

- Hola Chalito, vine como todo el mundo a pedirte un favor. No vengo por dinero, ni por salud… en realidad no sé que es.

Aquella mujer me tomó de la mano y sentía sus lágrimas caer en mis dedos.

- Mi hija tiene doce años. Se llama Estefanía, muy linda ella, lo más hermoso que me ha tocado en la vida. Su padre nos abandonó hace muchos años, así que solo somos nosotras dos, y tengo miedo de perderla.

Pensé que se trataba de un cáncer, o de otra enfermedad terminal.

- Hace unos meses ella comenzó con molestias en su espalda, bien fuertes, pensé que se trataba de una tortícolis o algo por el estilo. Pero en las noches ella comenzó a gritar porque los dolores eran insostenibles. La llevé al médico y no le encontraron nada, pero bañándola, comencé a ver que tenía cicatrices, rasguñones y moretones, como si alguien abusara de ella. Pensé que en el colegio alguien la maltrataba, hablé en dirección, con profesores y mi hija siempre me dijo que allá nadie le hacía nada… y así era, yo mismo lo comprobé, todas sus compañeras la quieren mucho. Hasta que hace unos días el asunto complicó… no sé como contar esto, pese a que tu no me puedas responder, y ni siquiera sé si me estás escuchando.

Casi siempre solía hacer oídos sordos a todo el mundo, porque me aburrían con sus historias… pero ella me tenía bastante expectante.

- Dice que el diablo está con ella. Que él la golpea, y que no la deja en paz. Llamé a sacerdotes, pastores, lo que te puedas imaginar… pero todos han terminando huyendo de ahí porque algo los empuja. Yo misma lo he visto, en un principio tuve miedo de él… pero ya no, soy capaz de hacer cualquier cosa para enfrentarlo. ¿Sientes mi brazo? Esos son rasguños que he recibido cuando he estado con mi hija. No quiero llevarla al doctor, porque la llevarán a un psiquiátrico y terminará… bueno… muerta… y no quiero. Ayúdame. Sé que haces milagros, ya no sé qué más puedo hacer, he intentado de todo… te lo suplico. Te prometo que si la salvas te doy mi vida, esa será mi penitencia… pero ayúdala, por favor.

Se marchó, y mi mente en silencio. Pasaban todos a pedirme favores… pero estaba solo yo y mi oscuridad, pensante por aquel asunto. No podía hacer nada… o eso creí.

Dormí, de pronto me levanté y vi mi cuerpo en la cama. Salí de la habitación y me encontré a mi madre durmiendo en el sillón mientras la luz del televisor le alumbraba la cara. Caminé, y boté sin querer un vaso que se encontraba en la mesa. Mi vieja despertó asustada, luego se levantó y se fue a acostar. Cerré los ojos, y esta vez me encontraba en la calle, me di cuenta que podía teletransportarme solo pensando en el lugar donde quería estar. Vi a otros caminar como yo, pero todos nos ignorábamos, como si también tuviesen que cumplir una petición en corto plazo. Cerré los ojos, y me concentré en la energía, y escuchaba las voces… hasta que sentí el grito horrible, abrí los ojos y estaba dentro de una casa. Un fuerte olor a azufre, a desagüe y un llanto que no se detenía

- ¡Deja a mi hija!
- ¡Mamá! ¡Ayúdame! ¡Me quiere llevar!

Entré a la habitación de Estefanía, y observé a aquella cosa tirándole el pelo, levantándola de la cama. La mujer intentó acercarse a lo que sus ojos era invisible, pero la lanzó bastante lejos. Luego, aquel demonio soltó a la niña, y me miró a la cara. Comenzó a mostrarme sus dientes de perro, y yo, en silencio comencé a acercarme.

- Im 'vestri mom reginam vult opprimere,
- Déjala, no te tengo miedo
- Et posuit in ano est ipsum colem fluit et cruentatur

Por alguna razón entendía el latín, me amenazaba con vejámenes que le haría a mi madre. Sus ojos brillaron y la habitación cambió por completa, vi a mi ex mujer acostada con aquel tipo. Ella en cuatro, gimiendo por la excitación mientras este le golpeaba las nalgas. Me daba vuelta para no ver más, pero seguían allí, podía verlos siempre, no importaba donde lanzara mi mirada, cerrar los ojos también daba igual.

- ¡No… eso ya pasó… sé que eres tú!

Hasta que al fin se dignó a enfrentarme.

- ¡¿Qué quieres?! ¡Ella es mía! ¡Vete de aquí, vuelve a tu cama!
- ¡No me voy a ir, déjala!

Mostró nuevamente sus dientes, como si la fuese a morder.

- Tú no eres el diablo.
- ¡Si, lo soy!
- Si lo fueses no tendrías miedo de mi. Eres igual que yo.
- ¡Mentira!

Cerré los ojos, y lo encontré. Hospital… un tipo vegetal, abandonado entre varios más, como él. Se veía arrugado, como si le quedara poco tiempo de vida.

- Aquí estás. Tú debes ser el padre de Estefanía.

Miré hacia atrás, y su alma venía corriendo, enfadado a atacarme. Lo desconecté. Su alma me empujó y caí. En el techo del hospital se abrió una luz roja parecida al de una nube, lo consumió.
Volví a la habitación de Estefanía, su madre llorando, despidiéndose de ella, diciéndole que ahora cumpliría la manda.

De pronto comencé a verme en el día del accidente. Familia, llanto, pacos, ambulancia, taco… Mi corrida a 110 km/hr, pero esta vez la velocidad disminuía. Ya no veía aquella nebulosa en mi cerebro. Los buses, camiones, y aquel motociclista los veía pasar en cámara lenta. Di un respiro agitado, y sentí mis piernas. Abrí los ojos, miré el techo de mi habitación, conectado a un aparato, lleno de jeringas en todo mi cuerpo.

- ¿Hijo? ¡Cresta! ¡Hijo! ¡Dios mío santo… no puedo creerlo! ¡Enfermera! ¡Enfermera! ¡¡MI HIJO… MI HIJO DESPERTÓ!!

Autor: Sergio Cortes.
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viernes, 21 de febrero de 2020

Agua de inodoro

La crisis económica está afectando mi economía, así que he decidido compartir pedazos de mis poemas en vez de venderlos por entero.
Aquí va uno que titulo "Agua de inodoro" y es toda una maravilla de la literatura.
"Quisiera ser el agua de tu inodoro, donde se refleja lo que más añoro."
Fino.
Saludos. Yo, el poeta Gabriel

Poesía : Agua de inodoro

Agua de inodoro


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Piropo para chicas con lindo culo

Ahora... Así como algunos hombres tienen la piña prohibida, yo para mi que muchas mujeres deberían tener la calza prohibida... Asesinas!
Parece mentira las colas que veo (lalailalala) caminando por Montevideo (lalailalala) (8)
Bueno, nada vengo acá a dejar un hermoso piropo para decirle a las chicas de culos bonitos...
Directamente desde memes de acción noetica, aquí les dejo este hermoso piropo bien fino que dice "Con ese Pappo, tocate un Blues"... Piropo fino fino, para culonas y popotes buenos!
Salu'!

Piropo para chicas con lindo culo

piropo para chicas con lindo culo

¿Qué piensan los hombres sobre los culos grandes? 

¿A los hombres realmente les gustan los traseros grandes? ¿O es solo un rumor que comenzó y todos siguieron su ejemplo?
Se le  preguntó a ocho hombres sus pensamientos sobre grandes traseros. Totalmente anónima y completamente sincera, esto es lo que nos dijeron.

1. No todos los grandes traseros son iguales.

"Siento que algunos muchachos se sienten obligados a que les gusten los traseros grandes porque es algo genial. Siento que todos los traseros grandes no son creados iguales. No todos los traseros grandes son buenos traseros. Para mí, se trata más de la forma del trasero que el tamaño. También puedes tener un lindo "pequeño" trasero, pero el hecho de que algo sea "más grande" no lo mejora.

Personalmente, prefiero a las mujeres que viven un estilo de vida activo, aunque con ejercicio, baile o gimnasia (se entiende). Entonces, supongo que podría decir que prefiero un trasero tonificado y el tamaño es simplemente una medida débil. (Calidad no cantidad.)

2. Los traseros grandes en pantalones de yoga son un problema.

"¿Pantalones de yoga? Pros: más divertido para agarrar / golpear y se siente mejor para las posiciones sexuales desde atrás. Contras: cuando se coloca en pantalones de yoga, hace que el cerebro masculino sea inerte."

3. No, gracias, soy más un hombre de piernas.

"No soy realmente un tipo de '¡Oh Dios mio ese culo!'. Un buen par de piernas, sin embargo, y me has llamado la atención".

4. Un buen trasero "insinúa un deseo por la vida".

"No estoy seguro si se trata de la cultura hip-hop o si estamos descubriendo un lugar llamado Brasil, pero un buen trasero sugiere un entusiasmo por la vida y un grado de competencia en el tocador. Por supuesto, lógicamente, no se puede decir nada por la apariencia física de una persona, pero una cola más grande, en el primer sonrojo, infiere fuerza física al mismo tiempo que implica que tal vez su conductor no esté obsesionado con el conteo de calorías.

¿Son estas cosas aproximaciones disparatadas que solo se pueden descubrir conociendo a la persona? Por supuesto. Sin embargo, ocurre en un tic del ojo y es una característica que me parece atractiva."

5. Natural es mucho mejor que falso.

"Nunca diría que me gustan los traseros planos, pero definitivamente son más atractivos que los traseros enormes. Si parece que hay un crecimiento extraño allí o si han tenido implantes como las Kardashian, es un gran desvío para mí. Tomaré lo natural sobre lo falso cualquier día".


6. La mierdasale de allí.

"Me gustan las curvas que da un gran culo, pero al final del día, la mierda sale de allí. Es bueno tener algo a lo que agarrarse en lugar de algo cuadrado y plano".

7. Se trata de proporción.

"Para mí, todo se trata de proporción en lugar de tamaño, y siento que soy una minoría en eso. Tengo amigos que desearán a las mujeres con grandes traseros que digan cosas como, 'Oye, ella tiene un culo tan gordo, lo deseo tanto', pero no lo hacen por mí. Claro, ningún hombre va a rechazar un gran botín, pero para mí, si tienes un trasero tonificado que complementa el resto de tu cuerpo, tráelo por aquí y vamos a escalar o algo así para que pueda echar un vistazo ".

8. El trasero de Kim Kardashian es demasiado.

"Me gusta más la calidad, no la cantidad. Me gustan los culos redondos, pero no necesariamente los traseros grandes. Si estamos hablando de un tipo de culo de Kim Kardashian, entonces no, gracias. Para mí, eso es demasiado y realmente asqueroso". Definitivamente no es para mí".
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